Hace 100 años aparecieron en esta tierra nuestra dos figuras que con el tiempo llegarían a ser importantes en nuestra historia: Benjamín Núñez Vargas (24/1/ 1915) y Mario Echandi Jiménez (7/6/1915).
Benjamín Núñez fue un niño campesino nacido en Pacayas de Cartago, que en su condición de monaguillo ayudaba al sacerdote en las misas de los domingos. El padre se encariñó con él y algunos años después le consiguió una beca para que fuera a estudiar al Seminario.
Algunos años después fue consagrado sacerdote, y en una de las primeras iglesias donde prestó sus servicios fue la parroquia de Heredia.
Ahí tuvimos la oportunidad de escuchar sus sabios consejos para los niños de aquella época, en el salón de catecismo. Su voz era exquisita. Años después le fue encomendada la iglesia de San Isidro de Coronado en donde también se ganó el aprecio de todos los feligreses.
Mario Echandi Jiménez nace en un hogar privilegiado por el prestigio de sus padres. Don Alberto Echandi, el papá, fue candidato presidencial en 1924 y don Mario se graduó de abogado en la Escuela de Derecho.
En 1940, la situación es un poco incierta por la influencia de la guerra europea; sin embargo, contamos con un buen gobierno en manos de León Cortés y es necesario elegir un buen candidato para las próximas elecciones.
La figura sobresaliente en el panorama político es la de Rafael Ángel Calderón Guardia, médico que se distingue, sobre todo, por sus servicios a la gente necesitada.
Calderón Guardia asume la candidatura del Partido Republicano Nacional en 1940 y su triunfo es arrollador. El nuevo gobierno comienza bien, pero poco a poco empieza a deteriorarse por los manejos inadecuados de algunos funcionarios que son tolerados por los altos dirigentes.
El Gobierno aprueba en el Congreso las leyes del Seguro Social y el Código de Trabajo, con lo cual logra el apoyo de muchos trabajadores y del Partido Comunista.
Fraude electoral. Los partidarios de León Cortés comienzan a movilizarse para lanzar la candidatura de su líder en las próximas elecciones presidenciales, pero se da una gran resistencia en las fuerzas gubernamentales para aceptar a Cortés.
Sus adversarios se organizan con el apoyo del Gobierno para preparar el más escandaloso fraude electoral de la historia e impedir el triunfo de León Cortés en las elecciones de 1944.
Don Teodoro Picado, candidato del Gobierno, acepta con resignación el fraude que lo coloca en la presidencia
En 1946, la muerte sorprende con un ataque cardíaco a León Cortés y la catedral se ve concurrida por uno de los funerales más grandes de la historia.
Pasan los días y la oposición comienza a buscar un nuevo candidato: los conservadores piensan en don Fernando Castro, empresario de gran prestigio en el país. Los jóvenes que tienen el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales se inclinan por José Figueres y hay un grupo grande que trabaja por convertir a Otilio Ulate en el candidato de la oposición.
La elección se efectúa un domingo en el Estadio Nacional y Otilio Ulate es elegido futuro candidato de la oposición nacional. Ulate nombra a Mario Echandi jefe de acción y Echandi se distingue por la habilidad y el orden con que maneja el partido.
Las elecciones se efectúan el primer domingo de febrero de 1948 y el triunfador es Ulate.
Revolución. Los comunistas y calderonistas enfurecidos se lanzan a la calle manifestando que hubo fraude, que los borraron de los padrones electorales y no pudieron votar.
Los diputados calderonistas, con mayoría en el Congreso, deciden anular la elección de Ulate y llamar a nuevas elecciones.
Cuatro días después, José Figueres al mando de un grupo de muchachos toma San Isidro del General. El Gobierno decide mandar una tropa a apresar a los revoltosos, pero son derrotados por los rebeldes, y así los revolucionarios ganan su primer encuentro.
Unos pilotos de Lacsa se apoderan de dos aviones, se los llevan a San Isidro y los ponen al servicio de la revolución. Estos aviones sirvieron para traer las armas de Guatemala y después para trasladar rebeldes al Atlántico y tomar la ciudad de Limón.
El Gobierno intenta entrar a Cartago por Tres Ríos, pero encuentra fuerte resistencia en el Alto de Ochomogo. Se decide entonces enviar tropas gubernamentales por la zona sur y en El Tejar de Cartago se produce la batalla más sangrienta de la revolución, sin lograr el Gobierno dominar a los revolucionarios.
El presidente Teodoro Picado se desespera y dice que no quiere ver más sangre, llama a Manuel Mora y le encarga establecer contacto con Figueres para buscar la paz.
Para esas conversaciones, Figueres nombra delegado suyo al padre Benjamín Núñez, capellán del Ejército de Liberación Nacional.
El embajador de México, gentilmente, ofrece su sede diplomática para las conversaciones y después de varios días se llega al acuerdo de entregar el gobierno a los revolucionarios, a partir del ocho de mayo de 1948.
El presidente Picado llama al tercer designado a la presidencia, Ing. Santos León Herrera, para que se haga cargo de esa entrega y él se va para Nicaragua.
El 8 de mayo de 1948, el Gobierno queda en manos del Partido Liberación Nacional, bajo la presidencia de José Figueres y con los ministros Francisco Orlich, doctor Blanco Cervantes, Uladislao Gámez, Bruce Masís, Fernando Valverde, presbítero Benjamín Núñez, Edgar Cardona, Gonzalo Facio, Benjamín Odio y Alberto Martén.
Protagonismo. El padre Núñez realizó desde ahí un gran labor en favor de los trabajadores y Mario Echandi no aparece en esa lista porque no participó en la revolución; sin embargo, sigue vigente en la política y, en 1958, es candidato oponiéndose a Francisco Orlich, quien es el candidato de Liberación Nacional, y lo vence con la ayuda de los votos calderonistas.
Esta es la única vez en la historia en que el candidato derrotado, Orlich, al conocer los resultados, va a la casa del vencedor y lo felicita. La administración de don Mario Echandi Jiménez sobresale por la honestidad con que fueron manejados los fondos públicos.
Francisco Orlich es de nuevo candidato en 1962, triunfa y hace un gobierno que sobresalió por su trabajo y su honradez.
En su administración hay también una labor muy valiosa del sacerdote Benjamín Núñez, quien se desempeñó de formadestacada en su trabajo desde la presidencia de la Junta Directiva del Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU).
Eladio Jara Jiménez es ingeniero.