Adiós, hombre de bien, no de bienes, bene -mérito, que lo merita bien… Federico el Grande de Prusia señalaba que “la gloria es ser admirado por ignorantes y ser celebrado por imbéciles”: aplaudo con los de la gradería de sol, como señalaría don Alberto, grande de Costa Rica. Hace rato estaba encima de todos: por eso, a veces podía ser vehemente, absolutamente superior en sinceridad. Y que perdonen a este nacional novato, pero no era muy “tico” de palanganeo y de más o menos. Por su abolengo salvadoreño, hijo de tigre era muy directo, categórico: en este y tantos aspectos nos hará mucha falta.
No me atrevo a hablar de amistad con don Beto, como Jaime Ordóñez y Jacques Sagot lo pueden hacer, pero nos tratamos como colegas que fuimos en la Universidad de Costa Rica y en crítica de teatro: él en el Excelsior , yo en La República . Gloriosos tiempos, aquellos, de Láscaris, de Dante Polimeni, de “La Guevara”, etc.
Lo conocí en el Instituto de Cultura Hispánica, junto con otro árbol todavía en pie: Mario Zaragoza A. También como literato, con su sencilla pero gloriosa Una casa en el Barrio del Carmen ; luego, como vecinos en La Granja, cerca del parque del Retiro: siempre al pie del cañón. Gracias.
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