La comunicación no verbal entre seres humanos es más importante de lo que se suele pensar. Claro está, también las palabras cuentan y por ello las reglas del profesor emérito de Psicología de origen iraní Albert Mehrabian, de la Universidad de California, Los Ángeles, se han mesurado.
En realidad, su fórmula comunicativa consistente en un 7% de las palabras dichas, un 38% del tono de voz usado y el 55% del lenguaje corporal se sacó de contexto con relación al marco experimental usado en los años sesenta, y por ello es más sensato pensar que en una conversación cara a cara el componente verbal es de un 35% y más del 65% es comunicación no verbal. Es decir, cuando nos comunicamos es más importante lo que no decimos con la boca. Evidentemente el contexto es muy importante para una interpretación aproximada del lenguaje corporal, así como la cultura en que se produce la comunicación.
Dice un proverbio oriental que quien no sabe interpretar una mirada nunca entenderá nada. Creo que hay mucho de verdad en esta frase porque a veces los ojos expresan lo que las palabras callan o niegan.
Vivimos atrapados en una especie de jaulas de convencionalismo social que resultan necesarias para la convivencia y el orden comunitario. Sin embargo, pese a los esfuerzos que se hacen para ocultar los sentimientos, ellos encuentran la manera de llegar a la superficie de la piel, con el riesgo de ser leídos por la mente entrenada de los expertos en comunicación no verbal.
“Proxémica. Dentro de esta dinámica, la distancia física en que las personas se ubican respecto a otras también revela mucha información y comunican el nivel de cercanía o lejanía entre ellas. En su obra La dimensión desconocida (1966), el antropólogo estadounidense Edward T. Hall estudió las distintas distancias desde las cuaesl interactúan las personas y acuñó el término “proxémica” para designar esta nueva rama científica.
Hall decía que la distancia social entre las personas se refleja también en una distancia física y se dedicó a estudiar las diferentes separaciones corporales que mantiene la gente según el momento. Se puede añadir que existen múltiples variables que considerar, tales como la jerarquía, el grado de cercanía, la familiaridad, el gremio, el nivel social, la edad, la empatía o lo opuesto, pero las reglas de Hall tienen validez general.
Según los estudios más aceptados, las personas consideramos nuestro espacio vital un total de metro y medio a nuestro alrededor. En ese espacio, admitimos a la gente según unas normas sociales muy sutiles, aunque ello se matiza según la cultura.
En América Latina se permite un mayor acercamiento de otros sin que se produzca incomodidad, pero en las sociedades nórdicas se tiende a mantener una mayor lejanía.
Existen varias distancias graduables, mas solamente nos ocupamos en este artículo de la referida distancia personal que se fija hasta el metro y medio, y de la distancia social que va desde ahí hasta los tres metros.
Personal y social. La distancia personal es la que suele mantenerse en reuniones sociales, en la oficina, en fiestas, incluso en una asamblea si se tiene cierta relación de amistad con la persona con la que se relaciona. En general, la distancia personal tiene en cuenta que si se estira el brazo se toca al interlocutor. Siguiendo las teorías de Hall, para una reunión de trabajo la distancia estaría comprendida entre los 46 y los 360 centímetros, y es que este tipo de interacciones se incluyen en dos categorías: distancia personal o distancia social.
La distancia social es la que va hasta los tres metros y medio; es la que se usa con los desconocidos, cuando nos preguntan algo en la calle, en el supermercado o nos habla algún compañero nuevo que acaba de llegar. Es la normal con la gente que no tenemos una relación de amistad.
¿Para qué nos sirve la proxémica entonces? Es un indicador aproximado del nivel de confianza generado en los negocios o en las relaciones personales porque la medida del espacio será un reflejo de la disposición psicológica hacia nosotros.
De nosotros depende reducir o acrecentar proxémicamente el trecho que nos separa de los demás, lo importante es tomar consciencia de ello como un instrumento social.
En la Academia de Platón se colocó fuera una inscripción que decía: “Manténgase alejado de este lugar quien no sea geómetra”; sin duda una frase arrogante y elitista que permitía una especie de derecho de admisión del gran filósofo y resguardaba su recinto por medio de una distancia social intelectual.
Un ejercicio de humildad implica el saber que seremos también excluidos de alguna manera y que eso también debe ser integrado a la totalidad de la existencia.
Jaime Roble es abogado.