Leí en La Nación del viernes 4 de julio el reportaje de Ángela Ávalos “Directores médicos volverán a tener puestos vitalicios”. Quedé sorprendido. No puedo imaginar una decisión tan errada de la Junta Directiva de la CCSS, cuando se hacen esfuerzos para mejorar la calidad de la atención de dicha institución.
Entre los argumentos para tomar dicha decisión, se hace énfasis en el fracaso de la experiencia, por 12 años, de “desconcentración y autonomía hospitalaria”, que establecía cinco años para ejercer el cargo. En el futuro, los designados ejercerán el puesto hasta que se pensionen.
Descentralizar. Es mi opinión que la solución para la mayor parte de los problemas de atención de la CCSS (listas de espera en consulta externa, en interconsultas, en intervenciones quirúrgicas, y otros que leemos diariamente) es responsabilidad de la dirección del hospital, de la clínica, o del Ebáis. Ellos deben diagnosticar las causas, planificar las soluciones y ejecutarlas. Si la solución trasciende de su poder de decisión, recurrir a los niveles centrales para exigir su apoyo en la solución. Ese es un factor de descentralización.
Lo que sucede entre nosotros es que la Caja “interviene” la institución y centraliza la solución, que al final no logra. Si nuestros directores no han podido solucionar la problemática mencionada, con cinco años de ejercicio, ¿quién o qué nos garantiza que ejerciendo el cargo en forma vitalicia sí encontraremos las soluciones?
Es una conclusión muy personal que el problema de los directores médicos actuales, incluyo aún a los buenos con que contamos, siguen pensando y expresándose como médicos, y no como administradores. Pocas veces he leído o escuchado el análisis de un problema administrativo por parte de un director.
No acepto que el director de un hospital permita que el deterioro de los quirófanos de su institución llegue a un estado en el que el Ministerio de Salud ordene su cierre. No acepto que tengamos que traer comisiones del exterior para evaluar el funcionamiento de un servicio, y que nos indiquen las soluciones a tomar. No puedo aceptar que un periodista le pregunte a un director sobre los costos de la cirugía vespertina, y éste le contesta que los desconoce.
Estos y otros problemas serán más difíciles de solucionar con directores vitalicios. ¿Qué estímulo pueden tener los profesionales médicos con interés en la administración de los servicios de salud, en formarse académicamente, si no habrá una plaza vacante hasta que algún director se pensione?
Se mencionan casos de más de 20 años en el ejercicio del cargo. Tengo la convicción de que cuando un profesional asume la responsabilidad de dirección, detecta los problemas y busca solucionarlos. Con el tiempo, los problemas se vuelven tan inherentes a la institución, que llegan a parecer normales y perduran en el tiempo, haciéndose cada vez mayores.
Ejemplos sobran. No son la hoja de vida, ni la experiencia, ni la formación académica, las que garantizan encontrar un buen director de hospital.
No al plus. Quisiera mencionar por último mi oposición a los denominados plus por buena actuación. No lo comparto. El director debe ganar un salario que le permita vivir dignamente, bajo el criterio de dedicación exclusiva. Queda en su orgullo personal el ser un buen director.
Y eso es fácil de evidenciar con la actitud hacia él de los médicos, de los otros profesionales, de los empleados y de los pacientes. De los índices que indican el rendimiento de su hospital.
Sugiero, si las condiciones contractuales lo permiten, que se hagan contratos de servicios profesionales por lapsos determinados, de tres o cinco años, que sean automáticamente renovables con base a la actuación y el rendimiento del profesional.
Quien expresa esta opinión es un costarricense, médico, que dedicó 40 años de su vida profesional a la dirección de hospitales, públicos y privados.