Sabemos que la calidad educativa está íntimamente ligada a la calidad del ejercicio docente, particularmente en este momento histórico en el que la sola transmisión de información es insuficiente. Esto significa que quienes ejercemos la docencia, en cualquier nivel y modalidad de la educación, debemos aprender y re-aprender a realizar nuestra labor de manera fundamentada y de formas distintas, pertinentes e innovadoras.
Universidad. Recientemente, las más prestigiosas universidades en el mundo occidental están organizando lo que llaman “centros de excelencia en la docencia”, que dedican sus esfuerzos a apoyar a su profesorado (con sólida formación disciplinar) a aprender cómo se ejerce la docencia universitaria.
Vale la pena señalar que la Universidad de Costa Rica (UCR) ha sido pionera en este sentido. En el 2015, tanto el Centro de Evaluación Académica (CEA) –que realiza labores de asesoría en diseño curricular, autoevaluación académica y evaluación docente– como el Departamento de Docencia Universitaria (Dedun) –que ofrece formación pedagógica y didáctica al profesorado– cumplen 40 años. También ha sido innovadora la UCR al proponer una Red Institucional de Formación y Evaluación Docente (Rifed) para articular todos los esfuerzos que se hacen en la institución, en busca de contar con una docencia de alta calidad.
Este modelo de red para apoyar el quehacer docente es un gran desafío, pues implica avanzar hacia una mentalidad descentralizada, lo cual no siempre es fácil en el contexto de instituciones verticalmente jerarquizadas. Pero es, sin duda, la vía para potenciar los recursos existentes y fomentar la participación activa del profesorado en su propio proceso formativo.
Preescolar y primaria. La UCR está también comprometida en apoyar el aprendizaje de docentes de otros niveles del sistema educativo. Las carreras de formación de docentes para la educación primaria y preescolar se han sometido a rigurosos procesos de autoevaluación y, al obtener su acreditación, se han comprometido con el rediseño de sus planes de estudio. Pero queda aún el reto de adoptar la conceptualización internacionalmente aceptada sobre Primera Infancia, que incluye a niños y niñas desde los 0 hasta los 8 años. Esto significa que la atención educativa debe ser coherente y consistente hasta, aproximadamente, el segundo grado. Con esta visión, el diseño de planes de estudio son más integradores, respondiendo así a las necesidades de niños de esas edades, y aliviando en gran medida la negativa transición de un modelo pedagógico preescolar a otro contradictorio en primaria. Ya dentro de la UCR se había hecho un intento de avanzar hacia esta conceptualización, cuando, en el año 2008, se propuso la creación de la Escuela de Educación Inicial y Primaria para la formación de docentes. La propuesta no prosperó, posiblemente porque se adelantó a su tiempo. Pero, como a toda idea le llega su hora, es de esperar que en algún momento se formen docentes para estos niveles de la educación, con una mentalidad más abarcadora y más adecuada con los avances científicos y las tendencias internacionales.
Secundaria. En cuanto a la educación secundaria, hay una conciencia clara de que en nuestro país se necesita una revisión a fondo, que incluye, por supuesto, un replanteamiento de la formación docente para este nivel del sistema educativo. Sin embargo, las muchas propuestas e intenciones de innovar en esta área han tropezado con múltiples resistencias que han impedido la implementación de mejoras.
En particular, en la Universidad de Costa Rica, no se visualiza un movimiento renovador desde dentro de la formación de docentes de educación secundaria. Y cualquier iniciativa que haya venido desde afuera ha sido neutralizada con argumentos más reglamentistas que de fondo. Sin embargo, el pasado jueves 16 de octubre, la asamblea plenaria del VII Congreso Universitario reconoció la existencia de nuevos objetos de estudio: la educación matemática, la educación musical, la educación científica, etc.
Este reconocimiento conceptual que se hace en el marco del VII Congreso Universitario es, sin duda, un avance importante, que augura un mejoramiento sustantivo en la formación de docentes y trae aparejados grandes desafíos. Uno de ellos es aprender a ser docente de estos nuevos objetos de estudio; el otro, un cambio en la gestión. El camino aún es largo dentro de la universidad.
Cambio de paradigma. Un cambio de paradigma como el que se propone no es fácil. Pero el mensaje de la comunidad universitaria es claro: hay que repensar seriamente la formación de docentes para la educación secundaria. Si queremos elevar la calidad de la educación nacional en todos sus niveles, es necesario que enfrentemos con decisión, y sin más postergaciones, los desafíos que presenta el mundo actual a la formación docente. Los docentes tenemos que contribuir mucho a la calidad educativa, pero, para hacerlo, debemos tener una formación actualizada, pertinente y sólida.