Con apoyo bipartito y el respaldo de la Cámara de Comercio estatal se aprobó recientemente la Ley de Salarios Equitativos de California, que estipula que los empleadores podrán justificar mayores salarios para hombres solo si se basan en antigüedad, un sistema de méritos, cantidad y calidad de producción y cualquier otro “factor genuino más allá del género”.
Esta legislación, considerada una de las más estrictas de los Estados Unidos, enmienda una ley que desde hace 66 años garantizaba la igualdad de salarios de hombres y mujeres, pero sin aplicación en la práctica, pues todavía las mujeres en California reciben en promedio 0,84 por cada dólar que ganan los hombres.
A grandes rasgos, la ley –que entrará en vigor en enero del 2016– prohíbe pagar sueldos menores a las mujeres por un trabajo sustancialmente similar, y también prohíbe las represalias contra las empleadas que invoquen la ley para pedir igualdad de retribución. La ley anterior aceptaba reclamos solo en trabajos “idénticos” y no obligaba al empleador a demostrar que el sueldo mayor del hombre estaba basado en otros elementos más allá del género.
Inequidad salarial en el mundo. Las cifras del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) coinciden en que la brecha a escala mundial de remuneración entre hombres y mujeres es de un 22,9%; en otras palabras: las mujeres ganan un 77,1% de lo que ganan los hombres.
En la Unión Europea, la brecha de remuneración entre hombres y mujeres por hora era de 16,4% en el 2012, según datos publicadas por Eurostat.
Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Japón y la República de Corea tienen la mayor brecha de remuneración entre hombres y mujeres, con un 30% y 40% respectivamente, para los trabajadores a tiempo completo.
En América Latina, la diferencia en los salarios en ingresos por hora fuera del sector agrícola es del 22% y de un 36% para los ingresos mensuales.
En Costa Rica, de acuerdo con información de la Enaho 2012, del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el sector público, las mujeres ganan en promedio un 7% menos con respecto a los hombres. Comparativamente, en el sector privado, las mujeres ganan al menos un 26% menos que los hombres en el mismo puesto.
Beneficios de la reducción de la brecha. Tanto la OIT como el Banco Mundial, la OCDE y la Cepal sostienen que la equidad de salarios reduce la dependencia financiera de las mujeres para así mejorar su influencia y situación en el hogar y la comunidad, hará que las mujeres y sus familias sean menos vulnerables a la posibilidad de caer en la pobreza y reducirá la presión sobre las familias para trabajar más horas.
Diversos estudios llevados a cabo por esas prestigiosas organizaciones afirman que si se equipara el salario de la mujer con el de los hombres se espera que más mujeres ingresen a la sociedad económicamente activa, lo cual repercutirá de forma positiva, pues cuando el número de mujeres ocupadas aumenta y reciben mejores salarios, las economías crecen.
Los países en donde se ha incrementado la proporción de los ingresos del hogar controlados por las mujeres, procedentes de lo que ganan ellas mismas, modifica los patrones de gasto en formas que benefician a los hijos.
Para el sector empresarial, un entorno de trabajo basado en los principios de igualdad, incidirá en una mayor satisfacción y mayor compromiso de los empleados con la organización. Además, aumentará la reputación de las empresas y de su atractivo, que repercute en costos menores de contratación para el personal cualificado y en puestos que permanecen menos tiempo vacantes, debido a que aumenta la capacidad de las empresas para atraer y retener a los mejores trabajadores.
En general, con la reducción de la brecha salarial, todas las partes involucradas de la sociedad ganarán, pues el Gobierno se beneficia tanto de la justicia social como de la productividad; las mujeres, de un sistema más justo de reconocimiento y remuneración, lo cual mejora la calidad de vida de las familias; y los empleadores contarán con las personas adecuadas, con las capacidades idóneas para generar mayores ganancias.
Llamado al presidente. Las mujeres que formamos parte del Programa para el Desarrollo de la Mujer Empresaria de la Cámara de Comercio de Costa Rica hacemos un llamado respetuoso y vehemente al presidente, Luis Guillermo Solís, para que promueva un proyecto de ley que permita una real equidad salarial, con sus respectivos controles para que se ponga en práctica, adecuadamente, y contemple la debida protección hacia la mujer que reclame este derecho.
Hacemos eco de sus palabras ante los líderes presentes en la reciente Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, cuando se comprometió “a que las niñas y las mujeres tengan igualdad de acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad, a los recursos económicos y a la participación política, así como a las mismas oportunidades que los hombres y los niños en el empleo, el liderazgo y en la formulación y toma de decisiones en todos los niveles”.
Esperamos que el liderazgo de Solís en sus esfuerzos para que la secretaría general de la Organización de Naciones Unidas sea ocupada por una mujer –lo cual aplaudimos y nos enorgullece– no se opaque frente a la desigualdad salarial hasta de un 26% en comparación con los hombres, que vivimos las mujeres trabajadoras en este país.
Impulsar una ley de equidad salarial, además de lograr la igualdad de género en el mundo del trabajo, dejará a la sociedad costarricense un legado mayor: el cambio de estereotipos femeninos en el mundo laboral.
Marilyn Batista es presidenta del Programa para el Desarrollo de la Mujer Empresaria.