La Asamblea General de las Naciones Unidas, en virtud de su Resolución N.° 63/111 , de fecha 5 de diciembre de 2008, decidió que a partir de 2009, las Naciones Unidas designen el 8 de junio Día Mundial de los Océanos.
La resolución exhorta a los Estados usuarios y a los Estados ribereños de los estrechos utilizados para la navegación internacional a que sigan cooperando mediante acuerdos relativos a la seguridad de la navegación, incluidas las ayudas para la prevención, reducción y control de la contaminación procedente de los buques.
Ruega a los Estados a que consideren la posibilidad de hacerse miembros de la Organización Hidrográfica Internacional e insta a todos los Estados a que colaboren con esa organización para aumentar la cobertura de la información hidrográfica a nivel mundial, a fin de reforzar la formación de capacidad y la asistencia técnica y promover la seguridad de la navegación, especialmente en las zonas utilizadas para la navegación internacional, en los puertos y en las zonas marinas vulnerables o protegidas.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, manifestó el año pasado que “Los océanos desempeñan un papel fundamental en nuestra vida cotidiana. Son parte integrante del desarrollo sostenible y una frontera importante para la investigación. [...] insto a los Gobiernos y a los ciudadanos de todas partes a que reconozcan el enorme valor de los océanos del mundo, y a que colaboren para garantizar su salud y vitalidad.”
En conmemoración a esta efeméride, se desarrolló, durante los días 8 al 10 del presente mes, la Conferencia internacional de alto nivel de examen exhaustivo de mitad de período de las actividades del Decenio Internacional para la Acción “El agua, fuente de vida” 2005-2015, en Dushanbe, Tayikistán.
La Conferencia pretendió hacer una revisión exhaustiva de las actividades correspondientes a la mitad del Decenio Internacional, evaluando los progresos realizados en la implementación de los objetivos acordados internacionalmente y sobre las perspectivas de cumplimiento de los compromisos internacionales relacionados con el agua para 2015.
Ofrecerá una oportunidad para discutir y desarrollar nuevas medidas para acelerar los progresos hacia la consecución oportuna y real de los objetivos fijados.
Desafíos. Es un momento propicio para destacar las muchas contribuciones de los océanos a la humanidad. Es también una ocasión de reconocer los grandes desafíos que se nos plantean para mantener la capacidad de los océanos de regular el clima mundial, prestar servicios esenciales al ecosistema y proporcionar medios de vida sostenibles y oportunidades para una recreación segura.
Es menester analizar que la actividad humana está causando graves estragos a los océanos y mares del mundo, incluyendo, desafortunadamente, los nuestros. Ecosistemas marinos vulnerables, como los arrecifes de coral e importantes zonas de pesca, sufren los daños ocasionados por la explotación excesiva, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, el uso de prácticas pesqueras destructivas, la introducción de especies exóticas invasoras y la contaminación marina, especialmente de fuentes terrestres.
No se puede olvidar el aumento de la temperatura de los mares, la elevación del nivel del mar y la acidificación de los océanos como resultado del cambio climático también suponen una amenaza a la vida marina, a las comunidades de las zonas costeras y las islas, y a las economías nacionales.
Piratería. Asimismo, los océanos se ven afectados por la actividad delictiva. La piratería y el robo a mano armada contra los buques que amenazan la vida de los navegantes y la seguridad del transporte marítimo internacional, que mueve el 90% de las mercaderías del mundo.
El contrabando de drogas ilícitas y la trata de personas en el mar son también ejemplos de la amenaza que representa la actividad delictiva a la vida humana, a la paz y la seguridad de los océanos.
No debemos dejar de observar que varios instrumentos internacionales concertados bajo el auspicio de las Naciones Unidas y sus agencias internacionales como el OMI, se refieren a esos múltiples problemas.
Entre ellos, ocupan un lugar central la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, que establece el marco jurídico por el cual deben regirse todas las actividades en los océanos y los mares y que constituye la base para la cooperación internacional en ese ámbito, en todos los niveles.
Además de lograr la participación universal en la Convención, nuestro país debe esforzarse más por aplicarla y por hacer respetar el Estado de Derecho en los mares y océanos.
Debemos asumir nuestra responsabilidad sobre los océanos, para proteger el medio marino y administrar cuidadosamente sus recursos. La seguridad, salubridad y productividad de los océanos y mares son indispensables para el bienestar humano, la seguridad económica y el desarrollo sostenible en pro de nuestro país.