Desde que acepté el reto de liderar la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), lo hice con la convicción de trabajar con denuedo en el fortalecimiento del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), pilar básico del sistema de pensiones de Costa Rica, tarea en la que he contado con el apoyo decidido de la Junta Directiva.
Sostengo, sobre la base de evidencia técnica-científica de la Universidad de Costa Rica, que el IVM es un régimen que ha llegado a una etapa de madurez derivada del envejecimiento poblacional. Esta situación requiere de ajustes periódicos para garantizar su vigencia para las generaciones que hoy lo sostienen con su cotización puntual.
Esto quiere decir que es nuestra responsabilidad intergeneracional asumir este reto de su sostenibilidad, para que nuestros hijos, hijas, nietos y nietas dispongan de una pensión más allá del 2030, y puedan labrarse un proyecto de vida y vejez digna, con la pensión básica, la complementaria y, aquellos que así lo decidan, también con una pensión voluntaria.
Desinformación. Como costarricense que he recibido el mandato de fortalecer la institucionalidad heredada por nuestros padres, no puedo pasar por alto la posición asumida por un reducido, pero activo, grupo de generadores de desinformación, que, en vez de fortalecer este pilar básico de pensiones, aprovechan la antesala del responsable y transparente ejercicio de diálogo social anunciado por la CCSS para destruir la credibilidad institucional, y debemos preguntarnos para qué.
Puedo asegurar que si el IVM estuviera en las condiciones críticas y apocalípticas que algunos pregonan, y no representara uno de los principales activos de la población trabajadora, no habría justificación para que tales voces se lo quisieran llevar a las cuentas individuales, o hacia nuevos diseños institucionales fuera de la autonomía constitucional de la CCSS, para satisfacer con ello las ansias de un legado burocrático que sirva de nicho a quienes en su gestión pública poco o nada han brindado a nuestra sociedad.
¿Por qué entonces destruir un esquema de pensiones que ha sido eficiente y que ha demostrado en 70 años su capacidad de renovarse para cumplir a cabalidad con el pago puntual de las pensiones a diferencia de lo que ha pasado en otras naciones?
Ajustes efectuados. Para ello, el IVM ha realizado ajustes graduales a lo largo de toda su historia, y no es la primera vez que los diferentes sectores que componen la sociedad costarricense han iniciado discusiones tendientes no solo a fortalecer el IVM, sino a discutir los retos del sistema nacional de pensiones, incluida la fragmentación de los otros regímenes y las inequidades que estos generan.
Todavía resuenan en mi memoria las discusiones que hubo en la década de los 80 y 90 con Francisco Antonio Bayó y Carmelo Meza Lago, expertos internacionales de la seguridad social, quienes nos abrieron el entendimiento sobre la necesidad de llevar a cabo la integración del sistema y los ajustes en las edades de retiro, el perfil de beneficios, la cotización de cara al cambio demográfico.
Sin duda aquellas largas discusiones fueron importante caldo de cultivo para la aplicación de reformas al IVM en el cambio de siglo, siendo la última de ellas en el 2005, y la cual se encuentra vigente aunque algunos suelen obviarla al decir que hace 10 años no se hicieron reformas.
Hoja de ruta. En octubre del 2015, la Junta Directiva de la CCSS planteó una hoja de ruta que incluyó medidas a corto y largo plazo, entre ellas, la eliminación gradual de las pensiones anticipadas con costo, el aumento de la participación estatal para el financiamiento de la pensión mínima y una mejor diversificación de las inversiones y gestión del riesgo.
Recientemente, también planteó otras medidas para evitar la utilización de los intereses de la reservas en el pago de las pensiones, y así permitir que se capitalice aún más el fondo del IVM.
Estamos en una coyuntura propicia para que iniciemos un proceso de discusión donde pongamos en la mesa no intereses particulares y de colores políticos, sino los intereses de Costa Rica y de más de 1,5 millones de trabajadores que cotizan para este régimen que es uno de los pilares de la seguridad social, sobre la cual se sostiene la democracia de Costa Rica.
Para ello, debemos trascender del debate ideológico-electorero y de la frialdad tecnocrática hacia la conciencia compartida de un debate ético basado en principios de equidad y dignidad para la vejez.
La autora es presidenta de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).