Desde que se inició la epidemia del cólera en Haití, en octubre del 2010, y apoyado en los boletines de Actualización Epidemiológica de la OPS, he publicado al menos cuatro artículos de opinión entre los que están “El cólera en el mundo”, “El cólera en La Hispañola”, “Avances del cólera en La Española” y “La persistencia del cólera en Haití”. Con este último, mi intención era cerrar el ciclo educativo de publicaciones sobre este lamentable tema; sin embargo, siempre se cuestionó la verdadera causa de esta mortal epidemia, enfocada con mayor gravedad en Haití y con menor intensidad en República Domi-nicana.
Muchos investigadores han vinculado este enorme brote, de aproximadamente 900.000 casos y 9.400 muertes, al terremoto registrado el martes 12 de enero del 2010, el cual causó 316.000 muertes y 315.000 heridos, y dejó 1.500.000 personas damnificadas. Como consecuencia de esta terrible catástrofe, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) envió a Haití un contingente de apoyo nepalí denominado “Cascos Azules”.
En ese contexto, varias investigaciones han vinculado el origen del brote a la descarga fecal en un río por parte de este grupo, contaminándolo con la bacteria Vibrio cholerae, agente etiológico de esta enfermedad diarreica aguda.
Disculpas. Sin reconocer específicamente esta afirmación, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió disculpas al pueblo haitiano el pasado 1.° de diciembre por la respuesta insuficiente ofrecida por el organismo mundial ante el brote de cólera y su propagación en el país.
Asimismo, urgió a la comunidad internacional a aportar fondos para ayudar a los afectados por la enfermedad.
En una reunión de la Asamblea General de la ONU, donde presentó su informe sobre el nuevo plan para el cólera en Haití, con toda solemnidad, Ban se dirigió directamente al pueblo haitiano para lamentar profundamente la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento causado por la epidemia de cólera; en esa ocasión dijo: “En nombre de las Naciones Unidas, muy claramente, pedimos perdón al pueblo haitiano (…). Esto ha constituido una mancha para la reputación de las misiones de paz y de la Organización en todo el mundo, y por el bien del pueblo haitiano y de la ONU tenemos la responsabilidad moral de actuar y la responsabilidad colectiva de cumplir”.
Ante esta realidad, grupos de víctimas han reclamado reparaciones en tribunales estadunidenses, pero estos confirmaron que la ONU goza de inmunidad en este tipo de reclamos y desestimó el caso.
Por último, el análisis de este lamentable episodio en pleno siglo XXI ratificó al menos dos adagios populares que dicen: “En casa de herrero cuchillo de palo” y “al mejor mono se le cae el zapote”.
El autor es salubrista público.