En respuesta a recientes declaraciones dadas a los medios de comunicación sobre una eventual intervención del Hospital Calderón Guardia y la consiguiente separación, en sus cargos, del administrador y del subdirector médico del Hospital Calderón Guardia (HCG), y respecto al comunicado publicado el último día del gobierno de la señora presidenta, Laura Chinchilla, sin que hubiese mediado notificación oficial previa a mi persona, pese a mis 36 años de laborar con la institución y a mis diez años de ocupar el puesto en la Subdirección, deseo manifestar lo siguiente:
Como subdirectora general del HCG, como autoridad institucional, como profesional, como médico y como miembro de una familia, me veo en la obligación y derecho de aclarar a la opinión pública (también a los funcionarios de la CCSS y a los compañeros del Hospital) mi accionar y el del HCG.
Irrespeto. Primero, considero este actuar como un gran irrespeto por parte de mi autoridad superior hacia el cargo que he ejercido en estos últimos diez años, siempre sin intereses políticos y con un alto grado de compromiso hacia la labor que me fue encomendada, a pesar de trabajar con limitaciones significativas como una constante en el día a día, desde el incendio ocurrido en el Hospital en julio del 2005.
El poner en cuestionamiento mi gestión gerencial, reputación, rectitud e integridad me otorga el derecho de aclarar una serie de aspectos que, de otra manera, no hubiese hecho públicos.
En los diez años en que he estado a cargo de la gestión hospitalaria, o compromiso de gestión, el Hospital ha obtenido evaluaciones siempre superiores a 90 sobre 100, con un promedio general de 93, oscilando entre 91 y 98,5, otorgadas por la Dirección de Compras de Servicios de Salud, la que a su vez ha sido la encargada de valorar el desempeño de todos los hospitales y centros de salud en el país.
Con base en estos excelentes resultados de gestión hospitalaria a nivel nacional, ha quedado demostrado que el HCG ha laborado en forma eficiente y productiva, con una alta complejidad hospitalaria, pese a las limitaciones de recursos, carencia de recurso humano y de equipamiento, falta de automatización de sus servicios y de espacio físico, y la pérdida de un 35% de su capacidad instalada de camas en el siniestro del 2000. Nuestra gestión ha sido, en resumen, muy buena gracias al esfuerzo y compromiso de todos los trabajadores del HCG.
Listas de espera. Respecto al complejo tema de las listas de espera, en nuestro caso fueron siempre manejadas y coordinadas por la Dirección Médica del Hospital. En diciembre del 2012, estando yo de vacaciones, la Dirección Médica me envió un oficio solicitándome coordinarlas, lo cual efectivamente hice a partir de enero del 2013, a mi regreso de vacaciones. Antes de ese oficio, como encargada del compromiso de gestión, únicamente me tocaba en ese indicador adjuntar los datos que me eran enviados de las listas de espera y sus respectivos porcentajes.
El 8 de mayo del 2014, La Gerencia Médica de la CCSS me informó por teléfono, posteriormente al comunicado de prensa, de que las listas de espera son un justificante para una eventual segunda intervención y separación de mi cargo, lo cual considero cuestionable, dada la realidad aquí mencionada.
Las listas de espera no son un problema propio del HCG, sino de la mayoría de los hospitales nacionales e, inclusive, es un problema de salud mundial. En el caso del HCG, son producto de una serie de factores, conocidos, todos ellos, por las autoridades de la CCSS, de quienes depende el otorgamiento de recursos adicionales para poder subsanarlos.
El Hospital ha solicitado, todos los años, recursos para abordar las listas de espera, entre cuyas carencias están el déficit de especialistas (sobre todo, urólogos, otorrinolaringólogos, cirujanos, ginecólogos, etc.), déficit de equipos que han sobrepasado su vida útil, falta de un tercio del total de camas del Hospital perdidas en el incendio, un servicio de recuperación limitado que no da abasto para los requerimientos, déficit de técnicos especializados y de personal de redes, una red hospitalaria debilitada –sin recursos y con una mínima capacidad resolutiva–, un sistema Informático hospitalario considerado desde el 2011 como obsoleto por la Gerencia de Tecnologías e Información, y escasez de equipo de cómputo en muchas jefaturas y servicios (a tal punto que en la Consulta Externa, en pleno siglo XXl, nuestras recepcionistas deben hacer la hoja de registro en forma manual, la F-180).
No omito mencionar que la Comisión de Listas de Espera del HCG planteó un programa de mejoramiento que duró varios meses elaborando, el cual entregó al grupo de transición, tomando en cuenta una nueva categorización de los pacientes de las listas, según una priorización de variables. Nunca hubo respuesta a nuestras solicitudes. Adicionalmente, el HCG no tiene una jefatura de Consulta Externa desde hace, prácticamente, dos años, que tendría a cargo la depuración y el registro de los listados de espera. La plaza 1099, con la que contaba el Hospital para hacer el nombramiento de una jefatura de Consulta Externa, fue trasladada a la Gerencia Médica, en detrimento de nuestras necesidades.
Tope. Bajo mi reciente coordinación del tema, se ha buscado constantemente mejorar las listas de espera, pero la realidad es clara: el Hospital ya alcanzó su tope en su capacidad instalada y en contenido presupuestario, como bien lo documentó la Jefatura de Sección en nota enviada al equipo de transición hace, aproximadamente, dos meses.
A pesar de lo anterior, se han efectuado programas vespertinos, programas especiales para disminuir las listas de espera en rayos X, cuando se han asignado recursos presupuestarios adicionales, y en la Clínica de Coronado mantenemos un programa diario de cirugías ambulatorias que ha dado un excelente resultado.
En cuanto a la intervención médica y su relación con las listas de espera, es un hecho que los hospitales que son intervenidos por la Gerencia Médica, mejoran dichas listas, pues se habilitan acciones que permiten el abordaje inmediato de la problemática, tales como la inyección de recursos presupuestarios, la ampliación del número de camas, la compra de nuevos equipos, la depuración de registros y la contratación de nuevos especialistas. Lo anterior, confirmado por las mismas autoridades de la CCSS en la nota del 5 de mayo del 2014, en La Nación , sobre la gestión de listas de espera en Grecia y su mejoría gracias a todos los recursos adicionales otorgados por la intervención (casi ¢600 millones adicionales, más nuevo recurso humano contratado).
No es ningún secreto que, cuando se otorgan dichos recursos a las instituciones, intervenidas o no, se logra mejorar las listas de espera. Ha sido política de la Gerencia Médica en los últimos años, cuando se interviene un hospital, otorgar los recursos requeridos para mejorar dichas listas, pero colocando simultáneamente en los puestos de autoridad a personas de su confianza y separando, en muchos casos, al personal con más experiencia y trayectoria en las instituciones intervenidas.
Requisitos. Me cuestiono si estos funcionarios colocados durante las intervenciones en puestos de autoridad cumplen los requisitos estipulados en los reglamentos y los estatutos médicos en cuanto a formación, años de experiencia, capacitación y gerencial administrativa, y si realmente han sido sometidos a concurso mediante atestados, como está estipulado por el Colegio de Médicos.
Si bien es cierto que ha habido actos de corrupción en la Seguridad Social por parte de algunos médicos, considero que, en los últimos tiempos, nuestros profesionales en medicina han sido atropellados mediante una campaña sistemática de desprestigio, aunada a las intervenciones realizadas en un ambiente de intimidación y represión, tal como lo hemos vivido en el HCG en los últimos meses.
Es lamentable que una institución como la CCSS, cuya misión es velar por la salud y bienestar de los costarricenses, no preste la debida atención a las denuncias e irregularidades planteadas por mí ante sus autoridades (Junta Directiva, Presidencia Ejecutiva y Gerencia Médica). En muchos casos, una investigación clara y a profundidad permitiría conocer a los responsables y evitar intervenciones innecesarias de los centros hospitalarios.
No dejo de ver cómo se ha politizado y mercadeado la salud, al punto de que muchos de nuestros políticos tienen intereses creados en clínicas privadas y servicios o centros de salud. Los centros hospitalarios somos intervenidos so pretexto de mejorar nuestra gestión, pero ¿quién interviene a la CCSS y a sus autoridades?
Mi lucha ha sido por tener un hospital que brinde sus mejores servicios al asegurado en medio de un marco de recursos limitados, y a la vez promover un cuerpo médico, de enfermería, técnicos, secretarias y demás colaboradores, capaces de dar lo mejor de sí, aun en circunstancias adversas, como lo hemos hecho siempre.
Sin intereses políticos. Como médica y como autoridad, he aprendido que debemos ser médicos de cuerpo y alma, y no guiados por intereses políticos, que vienen solo a dañar la institución y la esencia de nuestra seguridad social. No puedo permitir, por lo tanto, que se cuestione ante la opinión pública la gestión del HCG sin conocer la realidad que lo rodea, ni tampoco mi trayectoria y reputación profesional, pues afecta moralmente mi dignidad y a mi familia, y constituye un irrespeto hacia mis funcionarios, logrando dañar y desestabilizar la institución.
Es hora de conocer las verdades y de cuestionar la intervención del Hospital Calderón Guardia.