El Banco Central de Argentina perdió el 34% de sus reservas de dólares en tan solo el último año. Actualmente, tiene en moneda dura solo $28 billones para una economía con un PIB cercano a los $470 billones y una factura comercial deficitaria que pasa de $1.2 billones. Para contrarrestar esa precipitosa caída, las autoridades devaluaron el peso en un 19% durante el mes de enero.
De acuerdo con los mercados de swaps hay un 87% de riesgo estimado de que Argentina incumpla con sus obligaciones actuales de deuda en dólares durante los próximos cinco años. Este país ni siquiera se ha logrado liberar de todos los dolores de cabeza de su último incumplimiento, en el 2002, correspondiente a unos $100 billones. Un grupo de acreedores lo tiene en juicio en Estados Unidos por el repago de ese evento crediticio. Se espera que la Corte Suprema se pronuncie sobre el hecho este año y, de confirmarse los dictámenes que tribunales menores han emitido, puede que se le declare, desde ya, en incumplimiento técnico.
En otros frentes, el gobierno central recientemente reportó que la inflación del 2013 fue de un 10.9%, cuando se estima que en verdad llega al 30%. El Fondo Monetario Internacional censuró a Argentina por presentar datos tan descaradamente falsos y le dio hasta marzo para producir un resultado más apegado a la realidad.
Argentina alcanzó un déficit récord en su factura energética de unos $6.1 billones durante el último año, luego de haber sostenido un superávit constante en ese rubro desde 1990 y hasta el 2010, puesto que es un productor de gas natural. No viene a sorpresa, entonces, que se hayan reportado apagones en el fluido eléctrico por varias semanas en ese país.
La electricidad no es lo único que escasea: varios artículos de canasta básica como el aceite para cocinar no se encuentran, o se encuentran solo con sobreprecios de más de un 30%. Varios comerciantes e importadores de bienes más caros y dispensables como automóviles, a su vez, esperan que las ventas decrezcan este año a porcentajes de doble-dígitos. En diciembre del año anterior ya ocurrieron incidentes de saqueos en diferentes provincias, en parte aprovechando que la Policía se encontraba en huelga ante la falta de un aumento salarial real respecto a la inflación.
¿A qué viene todo este reguero de lamentos? Viene a que Argentina es un particularmente buen ejemplo de cómo se ve un país en crisis. Que no se entienda que es el único país alrededor del mundo en ese estado. Pero, como es una situación incipiente, adquiere un tinte de alto contraste respecto a lo que ocurre en otros países y en cómo afecta al ánimo de los argentinos mismos.
Ahora, consideremos: el porcentaje de argentinos que desaprueban la labor de su mandataria, la presidenta Fernández-Kirchner, en la más reciente encuesta disponible (diciembre del 2013) es del 58.4%. Si pasamos al plano local, en el sondeo más reciente, de enero, alrededor del 59% de los costarricenses pensamos que nuestra Presidenta Chinchilla está haciendo una mala o muy mala labor, y un 71% desaprueba su labor en general
¿Cómo puede ser eso? ¿Hay algún argumento serio y rigurosamente intelectual que se pueda hacer respecto al pensamiento de que la gestión de la presidenta Chinchilla en Costa Rica es similar o aún peor que la de la presidenta Fernández-Kirchner en Argentina? No. Este sería un argumento mezquino y vulgar.
Problemas, no crisis. Muchos pensarían que, tal vez, el estándar de los costarricenses es distinto al de los argentinos y que simplemente nosotros esperamos más de nuestros gobernantes. Allá es allá y acá es acá, después de todo. Esa es una observación válida y cierta en términos generales. Así mismo, el punto de vista que sostiene que la Administración Chinchilla quedó debiendo más de lo que logró cumplir se debe respetar, y tiene buenos argumentos. Lo digo, a pesar de que yo sí le doy un balance positivo, porque entiendo que un nivel de desaprobación relativamente elevado es totalmente normal.
Pero, aún tomando en cuenta esos puntos, es todavía increíblemente difícil negar que estas partes sustanciales (71% y 59%) se inspiran en algo más que una introspección honesta a favor o en contra de la situación de nuestro país. Un nivel así de desapruebo debería correlacionarse fuerte y necesariamente con una crisis. Costa Rica tiene problemas, no hay duda, pero este país no está ni cerca de un embrollo similar al de Argentina. Allí sí se amerita declarar todo tipo de emergencias nacionales por la crisis en que están; aquí, no porque no lo estamos.
¿Qué hay detrás de esa percepción nuestra tan negativa, entonces? Para mí, gran parte de este pesimismo popular es cinismo político puro. Muchos lo habrán notado: viene en forma de una sentencia fulminante, llena de ruido y populismo, que declara que nuestro país vive un descalabro y que el Gobierno es su gestor final. Uno de los resultados de esos mensajes puede verse en la decisión popular que conformó la fraccionada próxima Asamblea Legislativa...
A pocas semanas de finalizar el proceso electoral, lo cierto es que no queda más que seguir para adelante con optimismo y audacia. Podremos hacerlo, si no olvidamos que lo bueno de los problemas es que no son tales si no tienen una solución posible.