Desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha libertaria (con otros nombres ahora), han querido responsabilizar a Óscar Arias de la crisis fiscal. Está claro que el objetivo de atacar al político mejor valorado del país es el temor a que vuelva a ser candidato.
Omiten, en ese discurso coordinado del “error permanente de Óscar Arias”, que la precaria situación fiscal venía desde antes. Todos recordamos que en el gobierno de Abel Pacheco se creó una comisión mixta en la Asamblea Legislativa para atender el asunto, que se votó un primer plan fiscal y que la Sala Constitucional se lo trajo abajo. No hubo solución al problema y se pateó la bola hacia adelante.
El segundo fallo se da por suprimir los acontecimientos políticos de la administración Arias. En el olvido quedó el desgaste de la aprobación del TLC (que tuvo ocupada la agenda del Parlamento prácticamente los cuatro años).
Fue tanto el entrabamiento en la Asamblea, que hubo que irse a un referéndum. Desde el punto de vista legislativo, el país fue secuestrado por el Partido Acción Ciudadana y el Frente Amplio.
Ni teniendo una coalición con una mayoría calificada de 38 votos fue posible avanzar con la rapidez requerida.
Tergiversación. Un tercer elemento es la presunta existencia de un superávit durante los primeros años del gobierno de don Óscar, el cual es atribuido a Abel Pacheco.
Incluso el economista Tomás Pinto dice, de forma equivocada, que “el país contaba en el 2006 con un superávit fiscal gracias al esfuerzo de la administración Pacheco”.
Según datos del Banco Central, para el 2006 el Gobierno Central tenía un déficit de -1,05%. El superávit se produce en los años 2007 (0,57%) y 2008 (0,19%), ambos en la administración Arias Sánchez.
Valga recalcar que hasta el 2008 la economía mundial era pujante, y nuestro país gozó de un crecimiento del PIB del 8,8% en el 2006 y un 7,9% en el 2007.
Fue este aumento, más los esfuerzos realizados por el Gobierno, lo que ayudó a tener no solo el superávit fiscal, sino a bajar la pobreza de forma significativa a un 16,7% en el 2007.
¿Por qué un Gobierno exitoso, que está creciendo a niveles altísimos, que tiene un superávit fiscal y logra reducir la pobreza a niveles históricos, va a tirar todo por la borda?
Crisis mundial. La respuesta está en la cuarta omisión de quienes atacan a don Óscar. En el segundo semestre del 2008, explotó una grave crisis económica que afectó al mundo entero.
El déficit fiscal de los países desarrollados se disparó. En el 2009, en Francia fue de un -7,20%; en Japón, un -10,39%; en el Reino Unido, un -10,80%; y en los Estados Unidos fue un impresionante -13,52%. El de Costa Rica fue de un -3,40%.
La crisis golpeó, la economía mundial entró en recesión y esto generó desempleo, hambre y pérdida de hogares. Era una ola que viajaba a toda velocidad y tendría repercusiones en Costa Rica. Había que esquivarla.
Descontextualización. Es aquí donde entra el quinto aspecto en la construcción del discurso contra Óscar Arias. Utilizan un argumento económico, en abstracto, alejado de un contexto, para criticar las políticas anticíclicas que empleó la administración Arias impulsadas por el ministro de Hacienda Guillermo Zúñiga.
Se dice que el aumento en salarios y en el empleo público para combatir la crisis mundial fue un “error permanente”. Incluso, que antes de aumentar el empleo y los salarios debió haberse invertido en grandes obras públicas, pues estas son medidas temporales.
Todos podemos ser generales una vez terminada la guerra. Ante una crisis económica mundial que se esparció rápidamente, generadora de desempleo, cierres masivos de empresas y estancamiento de economías, se necesitaban respuestas rápidas.
Hay que estar completamente alejado de la realidad política costarricense para decir que lo correcto era aprobar “proyectos de infraestructura que demanden mucha mano de obra”.
Basta con ver que al día de hoy no se ha aprobado la ampliación de la carretera a San Ramón o de la ruta 32, tampoco ha concluido la construcción de la Circunvalación norte en San José y la aprobación de un nuevo puerto en Limón ha sido un calvario. Muchísimos son los ejemplos porque ni siquiera el arreglo del llamado “puente de la platina” puede darse por terminado.
En un país donde el Congreso aprueba los proyectos de ley del Poder Ejecutivo con celeridad, a lo mejor habría sido posible la construcción de obras para paliar la crisis mundial, mas no es nuestro caso.
Ante la obligación de enfrentar una crisis global, don Óscar Arias no cometió ningún error permanente, sino que adoptó las medidas de emergencia necesarias para evitar la miseria que actualmente sufren en otras latitudes. Desconocer ese esfuerzo de proteger a los más vulnerables, es un error imperdonable.
Federico Ruiz W. es politólogo.