La opinión pública no es otra cosa que la opinión privada de quien tiene los medios para hacerla pública. Esta es una premisa que parece tomar mayor relevancia cuando se publican artículos que lejos de aportar al fortalecimiento de las instituciones las debilitan.
La construcción de la opinión pública, entonces, no es otra cosa que la manipulación que se puede hacer del derecho a la libertad de expresión cuando algunos se prestan para publicar titulares o noticias con un evidente corte populista, con la intención de Ilevar al lector a sacar determinadas conclusiones.
Titulares como “Comodidad de diputados cuesta 300 millones al año”, no tienen ninguna otra finalidad que provocar una reacción adversa en contra de un cuerpo colegiado que representa la autoridad y la voz del pueblo.
La pregunta que surge entonces es esta: ¿Con qué fin se publican estas notas como no sea fomentar el desprestigio de los diputados, un mayor deterioro en la imagen institucional y minar al Primer Poder de la República?
Pintar oficinas, enfrentar el hacinamiento, cambiar bombillos, arreglar goteras, destaquear tuberías, romper paredes para sacar ratas muertas, cambiar mobiliario desvencijado, fumigar, arreglar canoas, lustrar pisos entre otras cosas se llama mantenimiento, y no es para que los diputados estén cómodos, sino para preservar el patrimonio que representan las instalaciones públicas, en las que transitoriamente trabajan los legisladores.
Hace no mucho se levantó la alfombra de la oficina de un diputado, pues el piso sobre la cual estaba colocada, estaba podrido; entre la madera y la alfombra, se encontró ceniza, de esa que hace más de cincuenta años lanzó el volcán Irazú. ¡Un verdadero lujo! Arena de colección para comodidad del congresista.
Cualquiera que tenga medio conocimiento del mundo informático sabe que las computadoras no tienen una vida útil de más de cuatro años pues, entre otras cosas, los programas con los que se trabaja cambian, las actualizaciones y los programas evolucionan, y se hacen más pesados, por lo que los equipos se vuelven lentos y obsoletos. En la Asamblea Legislativa se ha hecho un enorme esfuerzo por contar con un sistema de información sobre el quehacer legislativo que nos pone a la vanguardia en America Latina; lástima que los computadores son tan viejos, que hacen que el sistema que se ha creado no opere de manera óptima.
Un buen computador no es comodidad para un diputado o sus asesores, es eficiencia en el trabajo que se exige y, dicho sea de paso, algunos diputados optamos por Ilevar nuestros propios equipos, el mobiliario y hay quienes pagan las remodelaciones.
En ninguna oficina pública, o privada, el empleado Ileva sus silla, su escritorio, su computadora o su teléfono. ¿Por qué, entonces, el periodista pretende insinuar que hay algo malo en que la Administración de la Asamblea provea de mobiliario adecuado a los diputados y los funcionarios que laboran ahí? Las condiciones de hacinamiento en las que trabaja el Congreso son vergonzosas y quienes más lo sufren son los funcionarios que tienen que laborar con equipos obsoletos.
Las oficinas públicas tienen que guardar un mínimo de decoro y dignidad, no por comodidad de los diputados, sino porque representan al pueblo y al país. Las oficinas públicas y las instituciones no tienen porque ser sucias y deterioradas, pues a ellas también concurre el pueblo que merece un trato digno y proyectan la imagen de lo que somos como nación.
¿Por qué entonces querer presentar el mantenimiento de un edificio público como una especie de privilegio a favor de las autoridades que las ocupan transitoriamente? ¿Por qué ese empeño en restarle a los actos públicos la importancia que tienen? ¿Por qué robarle al pueblo el orgullo por sus instituciones, tradiciones y ceremonial? ¿Con qué fin se busca reducir todo a un tema de dinero, restándole a los actos del 1.° de mayo la trascendencia e importancia que tienen para nuestra democracia?