El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ha reiterado que instruirá a su representante comercial para que revise (endurezca) las condiciones negociadas con sus socios comerciales, incluido el TLC con República Dominicana y Centroamérica, lo que afectará directamente a Costa Rica.
Ha mencionado, específicamente, que desea sentarse con México y Canadá para replantear los términos de intercambio comercial y de inversión y que pretende enfrentar a China por “manipulación” de su tipo de cambio porque considera que perjudica a los Estados Unidos.
Más significativo aún, ha declarado que no apoyará el Acuerdo con Asia-Pacífico (TTP), que fue liderado por la administración Obama y buscaba una alianza comercial con Australia, Nueva Zelanda, Japón y otras grandes economías excluyendo a China, que pretendía que los Estados Unidos liderara un nuevo orden comercial en esa importante zona económica del mundo.
China declaró que ellos podrían ofrecer algo similar y con el apoyo de un banco de desarrollo con un capital similar al del Banco Mundial. Un día después, y con la visión de incrementar sus capacidades de comercio, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Chile y Perú declararon de inmediato estar dispuestos a considerar la propuesta de China. A esa velocidad se está moviendo el comercio.
Inacción. Mientras tanto, nuestro país no ha reaccionado ni a la elección del presidente electo de los Estados Unidos en defensa del acuerdo de libre comercio que, indiscutiblemente, ha beneficiado a nuestra sociedad, sino que parece que sigue defendiendo la tesis ideológica de que el libre comercio es perjudicial.
Peor aún, el Comex parece más interesado en hablar de comercio que en abrir nuevos mercados como el de Asia-Pacífico por la vía de la Alianza del Pacífico. Debe señalarse que cómplices de esta aberración son las cámaras que forman parte de la directiva de Procomer y que han caído en la fábula de que abrir “oficinas comerciales” va a fomentar las exportaciones de Costa Rica.
Algo que debemos aceptar es que con la elección de Trump las cosas van a cambiar, independiente de su forma personal de ser. Costa Rica es un país pequeño que depende del comercio y la inversión extranjera y que poco puede cambiar en este mundo que se nos viene encima.
Este es el momento en que deberíamos estar convocando a los entendidos para plantear una estrategia nacional sobre esta realidad. Si de verdad se quiere que “no se juegue con Costa Rica”, este es el momento de ser realistas y pragmáticos.
El autor es exembajador ante la Unión Europea.