Nuestra bella nación es visitada por miles de turistas anualmente. Gran parte del atractivo radica en la riqueza natural que los costarricenses, sabiamente, hemos protegido mediante un sistema nacional de áreas de conservación.
Bosques, cataratas, playas, ríos y volcanes, así como su gente cálida y amable, hacen de nuestro país un valioso destino mundial.
A pesar de nuestros esfuerzos, todavía queda mucho por hacer. No importa dónde comience el recorrido, no hace falta andar una gran distancia para encontrar residuos lanzados, desde vehículos o por transeúntes a calles, ríos, parques y lotes baldíos.
Al indagar sobre las circunstancias que lograron el cambio fundamental que se dio en Estados Unidos en los años 70, momento clave cuando pasó de ser una cultura que tiraba residuos por doquier a la creación de una conciencia colectiva que logró aminorar esta práctica, y, además, iniciar todo un movimiento ambiental, logré descubrir el gran impacto que tuvo una campaña conocida como Crying Indian o “el indio que llora”.
Varias iniciativas precursoras fueron importantes, pero la campaña del “indio que llora” dejó una huella profunda e imborrable en el público estadounidense. Esta iniciativa fue lanzada por una organización ambiental, en conmemoración del Día de la Tierra en 1971, y su lema fue “Las personas empiezan la contaminación. Las personas la pueden detener”.
Este anuncio televisivo, narrado y protagonizado por dos actores norteamericanos, muestra a un indígena nativo devastado al ver la destrucción de la belleza natural de la tierra, causada por la desconsiderada contaminación de la sociedad moderna.
El video culmina con el acercamiento a una lágrima sobre la mejilla del indio nativo americano. Sin duda, las imágenes lograron quedar grabadas en el corazón y la memoria de muchas personas.
Si en Estados Unidos esta campaña ayudó a cambiar el comportamiento de las personas con respecto a la disposición de sus residuos, ¿por qué no replicar esta experiencia exitosa en nuestro país?
Figura emblemática. No me cabe ninguna duda de que una campaña nacional de limpieza lanzada por el gobierno, con la ayuda de una figura querida y admirada por todos, como lo es Keylor Navas, tendría un impacto inmediato y duradero en nuestros niños, jóvenes y adultos.
Por el éxito, esfuerzo y humildad, Keylor Navas sería el vocero ideal al exponer con orgullo el amor que siente por su nación y demostrando las mil y una razones por las cuales los costarricenses debemos cuidarla.
Por otro lado, con una lágrima podría demostrar la tristeza que él siente cuando las personas lanzan residuos por doquier, lo cual afecta nuestra imagen internacional y tiene un impacto negativo en la salud pública.
Este mensaje llegaría directamente al corazón de muchos ticos y lograría iniciar un cambio en la práctica de lanzar residuos sólidos en lugares públicos y ayudaría a mantener a Costa Rica limpia y bella para estas y las futuras generaciones.
Asimismo, sería una excelente forma de incentivar la participación de todos en mantener la belleza y el ornato del país, que se traduciría, sin duda, en beneficios reales para la salud de todos los costarricenses y en un gran estímulo para el turismo, una de nuestras principales fuente de ingresos.
La autora es educadora ambiental.