Antes de argumentar en contra del artículo del señor Jaime Gutiérrez Góngora, publicado el pasado 19 de julio en La Nación , quiero aclarar que decidí mantenerme neutral ante el conflicto de Israel-Palestina, con el fin de no parcializar mis opiniones y análisis ante tan complejo escenario. Asimismo, aclaro que me sentí iracundo al leer dicho artículo, pues Israel no es el salvador de Occidente, ni nadie lo es ni será, siendo este cuestionamiento el propósito de este escrito.
Poco debo tener de ascendencia europea, y fui bautizado católico, por lo que poco me identifico con la causa judía y condeno la desproporcionalidad en el uso de la fuerza. Condeno, de igual forma, el accionar de Hamás en Gaza, donde el terrorismo es utilizado para legitimarse frente a la población y recabar apoyo. Pero posicionar a Israel como el salvador de la “civilización occidental” me parece vago y poco racional, en un artículo escrito al calor del momento, donde obvió enfoques epistemológicos, como el posmodernismo y las teorías críticas para explicar la realidad.
Es ese el punto débil de su argumento, pues en Occidente también se gestan movimientos en contestación a las estructuras de poder impuestas por los colonos europeos, abanderados de la modernidad, quienes impusieron un sistema de dominación colonial a los pueblos bárbaros del nuevo continente. De esta forma, los pueblos “primitivos” (bajo la perspectiva de Gianni Vatiimo, pensador posmoderno) fueron sometidos a tesis desarrollistas, suponiendo que la historia era lineal, bajo el ideal de que terminaríamos evolucionando a civilizaciones como las europeas. Sin embargo, como sostiene Vatiimo, en una sociedad de los mass media – o “ mundo de la comunicación generalizada”–, se socava el “sentido de la realidad” al conocer la multiplicidad de realidades existentes, en un proceso de “emancipación” o “extrañamiento” que bota la racionalidad histórica del pensamiento totalizador europeo, y surgen nuevas racionalidades que dejan de ser silenciadas.
Perspectiva latinoamericana. Desde una perspectiva latinoamericana, pensadores como Walter Mignolo o Boaventura de Souza desarrollan las teorías críticas bajo la decolonialidad del poder. Esta decolonialidad del poder es un instrumento de “desprendimiento epistemológico de la matriz colonial del poder”, por lo que el conocimiento no comprobado por el moderno método científico es igualmente válido. Por esta razón, ejemplificando lo anterior, el conocimiento de los indígenas latinoamericanos en el uso de plantas con fines medicinales resulta de igual forma válido y no puede ser despreciado, pues obedece a mecanismos de construcción epistemológica diferentes a los enfoques impuestos en la modernidad.
Así, rechazo tajantemente el argumento del señor Gutiérrez, pues Occidente se ve fragmentado desde sus entrañas en un proceso de autodestrucción, del cual Israel no va a ser el salvador. Su argumento me pareció contestatario y atávico, pues obvia realidades existentes más allá de una justificación para posicionar a Israel como salvador de Occidente. Ya no se puede salvar la civilización occidental como se edificó, pues está en proceso de redefinición de valores e ideas que dejan de ser totalizadoras, donde los que edifican cada estructura de pensamiento somos los propios pueblos “primitivos”.