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En busca de la desfachatez

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A estas alturas, a nadie se le escapa que la crisis extendida por el planeta como una mancha de aceite tiene en lo económico un adjetivo periférico: su raíz es estrictamente ética. La idea de felicidad como acumulación fue una burbuja que pinchó con estruendo, salpicándolo todo de la inmundicia de sus creadores, en el 2008; sin embargo, hay quienes, haciendo de su capa un sayo, todavía hoy insisten en seguir explotando la mentira en forma de cuentos de hadas que, sin adornos, se leen como auténticas historias de terror.








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