Costa Rica ha alcanzado una relativa madurez como destino turístico en los últimos 20 años. Tenemos una gran cantidad de líneas aéreas de Estados Unidos y Europa volando a nuestro país, una bolsa turística consolidada, infraestructura aceptable, una gran cantidad de hoteles independientes, incremento en hotelería de cadenas, apoyo de grandes agencias de turismo internacionales e impulso al desarrollo de una gastronomía local de calidad por parte de la Cámara Costarricense de Restaurantes.
No obstante, hay que trabajar más a prisa en las mejoras del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría. Las horas pico para ingresar a las salas de abordaje son realmente largas. Si bien las personas que trabajan en el aeropuerto hacen un gran esfuerzo, las filas salen del edificio principal en algunas ocasiones.
En carreteras, urge la ampliación San José-Caldera y Caldera-Cañas, tanto para la conexión con los aeropuertos actuales como con la futura terminal que estará en Orotina.
Nuestro querido Expotur ha hecho su labor a lo largo de los años, pero, como todo en la vida, hay aspectos para mejorar y se está en ese proceso.
El fortalecimiento de la sostenibilidad y el desarrollo inteligente como elementos fuertes de la marca Costa Rica también merecen atención especial en muchos aspectos.
Calidad del servicio. El vivir en nuestro querido país es todo un reto con una economía que hace muy caro el tener un nivel de vida bueno. Ese costo se traslada al turista y obliga a las empresas a trabajar muy fuerte para ser competitivas. Es aquí donde trabajar el tema de valor y experiencia sobre producto y precio son claves.
Los turistas tanto nacionales como internacionales cada vez son más conocedores y exigentes, lo que obliga al sector a subir el nivel en materia de excelencia en el servicio.
Las propiedades que se están iniciando tienen una estructura financiera débil, como las de turismo rural o ecológico de pequeña empresa, y necesitan un empujón en la materia.
En este sentido, el ICT debería establecer una estrategia con el INA para llegar a estos lugares y capacitar a la mayor cantidad de personas y empresas. Las capacitaciones también tienen que estar dirigidas a los tour operadores y pequeños restaurantes que ofrecen servicios de gastronomía.
La manipulación de alimentos y el conocimiento de los costos y productos locales para producir cocina regional es de suma importancia.
Los turistas esperan servicios de calidad y, en un mundo tan competitivo, el bueno de antes ya no es suficiente, es el extraordinario el que hace la diferencia en cuanto a servicio.
Este punto va a ser vital para la supervivencia de cualquier empresa de servicios y tenemos que tomar acción de inmediato.
Redes sociales. Entre las ventajas que una cultura de servicio puede traer al país es el boca a boca, o, mejor dicho ahora, el clic a clic de las redes sociales, que pueden volver muy eficiente y barato el mercadeo y la promoción de las empresas y hasta de Costa Rica.
En el pasado, una buena experiencia se replicaba de boca en boca a ocho personas, y una mala, a dieciséis.
Ahora, si se tiene acceso a las redes, depende de cuán influyente sea la persona o cuántos amigos o fans tenga, sin contar lo que se puede opinar en las agencias virtuales o en el trip advisor.
Esta excelencia tiene que trasladarse a los operadores, transportistas, al aeropuerto y a todos en la cadena de servicios, porque el conjunto de todos esos factores es lo que determina la experiencia Costa Rica. En esa cadena de servicios no podemos fallar.
Al no tener Costa Rica una política de Estado en materia de turismo, como si la tienen otros países con marcas del país más potentes, nos toca desde cada cámara regional o nacional promover, insistir y presionar a los encargados de asegurar el futuro sostenible del turismo. El bueno de ayer hoy no hace diferencia, ya no es suficiente ser solo bueno.
El autor es miembro de la Cámara Nacional de Turismo Ecológico y Sostenible.