El lanzamiento del primer satélite artificial Sputnik, en 1957, por parte de la Unión Soviética desató (en aquel mundo polarizado) una serie de reacciones en muchas áreas de los Estados Unidos de América (EUA). Se puso en evidencia la brecha en los campos científico-tecnológicos entre ambas potencias, y, además, se produjo en EUA un movimiento para fortalecer la educación del país, de corte conductista, a fin de garantizar una población con destrezas y habilidades tecnológicas y científicas.
El la actualidad, tal vez por los deficientes resultados de EUA en ránquines educativos internacionales (excuyendo, claro, la educación superior), o tal vez como resultado de la crisis económica que atraviesa, sabemos del movimiento STEM (siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática), que busca la formación de nuevas generaciones con conocimientos y competencias en esas áreas. Este enfoque se utiliza, sobre todo, para abordar temas relacionados con las ciencias, la seguridad nacional y la inmigración, así como para atender la demanda laboral. El movimiento es internacional, y en Alemania, por ejemplo, se le conoce como MINT (acrónimo en alemán).
En el 2011, organismos estadounidenses como el Consejo Nacional de Investigación y la Fundación Nacional de Ciencias consideraron esas disciplinas como fundamentales para las sociedades tecnológicamente avanzadas. A partir de allí han emergido en ese país organizaciones, como, por ejemplo, la Coalición Educativa STEM, que procuran apoyar a docentes y estudiantes en la enseñanza y aprendizaje de las disciplinas mencionadas. Esto, además de múltiples sitios en la red, que ofrecen recursos y técnicas para promover STEM, el cual se ha convertido en política pública. Un video de la Casa Blanca (en YouTube), llamado “STEM: herramientas para cambiar el mundo”, es bastante explícito sobre este enfoque.
En este contexto, John Maeda se sale de la corriente y señala que está de acuerdo con el enfoque STEM, pero que está incompleto. Maeda fue fundador del Grupo de Computación y Estética del Laboratorio de Medios (Media Lab) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Tiene una formación interdisciplinaria, ya que es Informático por el MIT y posee un doctorado en Bellas Artes en Tsukuba, Japón. En el año 2006 publicó un libro – Las leyes de la simplicidad – que refleja la complejidad de las tecnologías y la combinación entre la forma y el código de la comunicación visual. En el 2008 fue designado rector de la prestigiosa Escuela de Diseño de Rhode Island (RISD).
De STEM a STEAM. Desde Rhode Island, Maeda apunta que las disciplinas STEM (y, para el caso, cualquier otra) no serán significativamente comprendidas sin un desarrollo comprehensivo del pensamiento y sin la capacidad de comunicación. Por eso, Maeda aboga, más bien, por un enfoque STEAM, donde la A significa Arte. Si bien él está de acuerdo con que STEM favorece el tipo de pensamiento conocido como “convergente” o “lateral”, que es sumamente necesario y útil para la comprensión de ciertos aspectos de la realidad, es insuficiente para entender la complejidad del mundo actual. El pensamiento convergente fue descrito por Joy Paul Gilford, y es el tipo de pensamiento que se enfoca en llegar a la respuesta correcta; que enfatiza velocidad y precisión en la respuesta, y se concentra en reconocer lo familiar y esperable, con el fin de replicar técnicas y acumular información.
Pensamiento divergente. Para Maeda, en la actualidad el pensamiento convergente debe complementarse con el pensamiento “divergente”, el cual genera ideas creativas al explorar una amplia variedad de respuestas o soluciones.
No se busca una única respuesta correcta a una pregunta, situación o problema, sino que se valoran opciones, posibilidades y diversidad de caminos. En ese sentido, dice Maeda, el arte, la creatividad y el diseño deben ser centrales en el aprendizaje y en la educación, pues promueven la divergencia.
Espero que, si en Costa Rica decidimos inspirarnos en las tendencias que llevan en educación los países tecnológicamente avanzados, optemos por el enfoque steAm, que incluya la creatividad, el arte y el diseño, además de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática. Y es que en el país necesitamos cultivar tanto el pensamiento convergente como el divergente.