“Mmm… Más de 35… la verdad es que ya cumplí los 50”. A veces, hasta se siente vergüenza o temor de decir la edad en una entrevista laboral, especialmente por la cara del entrevistador, cuya mirada parece gritar: “¿cómo le digo que no lo vamos a contratar?”.
Y, luego de una pausa que se hace espantosamente eterna, mientras revuelve una y otra vez el currículum, pregunta: “¿Cincuenta? Y, cuénteme, ¿usted no se cansa de estar de pie?, ¿no padece de alguna enfermedad?, ¿tiene póliza de vida?”.
Después de eso, usted piensa que se ha equivocado y que por error le dijo que tenía 80 o 90 años, en lugar de 50. Con solo observar el lenguaje corporal de la persona que se tiene al frente, uno siente que el anhelo de conseguir un trabajo para poder seguir viviendo y hacerle frente a la operación “arroz y frijoles”, en ese momento, se esfuma absolutamente.
Pero, para no decirlo en ese momento, y no hacer leña del árbol caído, ni dar a entender que conseguir un trabajo es misión imposible (porque ya se es casi un adulto mayor de treinta y cinco o de cincuenta años) lo mandan a hacer unas pruebas de aptitud, de personalidad, de matemáticas, de capacidad psicológica y todas las que sean. De esa forma se busca una justificación, un motivo para no contratar al candidato “de las canas”. Especialmente, porque a su lado hay cuatro muchachos de 20 años compitiendo por el mismo puesto.
Excusas. En nuestro país, cuando una persona ya pasa de los 35, se encuentra muchos argumentos, todos negativos, a la hora de buscar un trabajo. Los más usados son:
Si no se tiene preparación académica: “Qué lástima que usted no tiene estudios, pero el puesto que tenemos como para usted exige un nivel académico más alto”.
Si la persona tiene estudios universitarios y experiencia: “Qué lástima, pero usted está sobrecalificado para el puesto que tenemos”.
Si se tiene experiencia en el puesto vacante: “Necesitamos personas sin experiencia, para así nosotros enseñarles a trabajar de acuerdo con las normas de la empresa”.
Si no se tiene experiencia: “Necesitamos personas con experiencia en el puesto”.
Una persona mayor de 35 años aún tiene mucho que aportar. El Estado debería buscar la forma de que el artículo 33 de la Constitución Política de verdad sea cumplido: “Toda persona es igual ante la ley y no podrá practicarse discriminación alguna contraria a la dignidad humana” . Este tema es también tomado en cuenta en el artículo 50 cuando establece: “El Estado procurará el mayor bienestar de todos los habitantes de la República, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza” .
¿Es que acaso las personas, una vez que llegan a cierta edad, no tienen obligaciones como mantener a sus familias? ¿Es que los derechos constitucionales a un mejor bienestar se pierden cuando se cumple cierta edad? Este es un tema que urge revisar se en nuestro país, y en el cual el nuevo Gobierno debe trabajar.
“No nos llame, nosotros lo llamamos”.