En un año, el domingo 4 de febrero, las urnas se abrirán nuevamente para escuchar la voz de los costarricenses. Ojalá ese día usted no renuncie a su derecho a elegir a quienes tomarán decisiones vitales que impactarán su vida y la de sus seres queridos. Ojalá vote. Pero tenga en cuenta que, en una democracia madura como la nuestra, se espera de los ciudadanos muchísimo más que solo votar.
Completar ese rito comicial de forma correcta (sin fraudes) y lograr así la transición pacífica del poder público, no es poca cosa. ¡Ya se lo desearan tantos países de la tierra! Para Costa Rica, sin embargo, eso ya no es suficiente. A una democracia vigorosa no le bastan instituciones sólidas y reglas claras de competencia partidaria.
La calidad de las democracias consolidadas, como la nuestra, depende, principalmente, de la fibra de su ciudadanía. Cuando esta es sólida, se apropia de los espacios cívicos de la República, empezando por tomar en sus manos los procesos electorales. Así, si en realidad en nuestro país el sistema democrático goza de buena salud, las elecciones las organizará el TSE, pero las harán los costarricenses.
Hacer más. Quede claro: el TSE, a pesar de su reconocida solvencia técnica, es incapaz de hacer una elección. La participación ciudadana es imprescindible. Votando, claro, pero haciendo mucho más. Son necesarios, para empezar, candidatos y partidos políticos. Es decir, se necesitan ciudadanos que se organicen para ofrecer soluciones a los problemas nacionales y personas para llevarlas a cabo.
Recuerde que los partidos políticos son eso, asociaciones de ciudadanos, no instituciones públicas, lo que evidencia la demagogia de quienes llaman a la ciudadanía a rebelarse contra sus propios partidos.
Todos están en proceso de inscripción o renovando sus estructuras, y sus asambleas de base están abiertas a toda la ciudadanía, de modo que usted como ciudadano tiene el derecho (amparable ante el TSE) de involucrarse y participar en esas instancias, si ese es su deseo.
Otra opción es colaborar con esas mismas organizaciones en las juntas receptoras de votos, ya sea como miembro de mesa o como fiscal, recibiéndoles los sufragios a sus vecinos o velando por los intereses de su partido en cada aula.
Asimismo, puede inscribirse como observador nacional, figura de veeduría electoral a nombre de organizaciones de la sociedad civil distintas de los partidos políticos. Y una tercera vía es colaborar directamente con el TSE. Puede incorporarse a nuestro Cuerpo Nacional de Delegados, brazo de la autoridad electoral en las calles y demás sitios públicos del país, velando siempre por el respeto de la ley en aras de una realización de las actividades proselitistas que no lesione la convivencia pacífica de los costarricenses.
O tiene la posibilidad de sumarse a nuestros esfuerzos como auxiliar electoral, figura hoy vital, sin la cual no estaríamos en capacidad de garantizar la pureza del sufragio. Se trata de un contingente cada vez mejor adiestrado de ciudadanos que participan en las sesiones de recepción del material, revisando que este venga en orden y alertando cuando ello no sea así para su inmediata reposición, y que, el día de la elección, tienen la capacidad para asumir (ante ausencia de miembros de mesa propuestos por los partidos) el control de la junta receptora de votos, garantizando así su apertura, funcionamiento, cierre y comunicación de resultados al TSE.
Voto informado. Como ve, estimado ciudadano, son muchas las formas en que usted puede materializar, hacer palpable su compromiso y amor por este país, así como encausar proactivamente las quejas por lo que crea que esté mal y sus comprensibles desvelos por las generaciones que vendrán.
Pero si del todo sus apremiantes ocupaciones no le dejan tiempo para ninguno de estos tipos de contribución cívica, como mínimo vote, vote de forma informada, que es la única manera responsable, valiosa y que vale la pena de hacerlo.
Cribe las promesas de los candidatos y analice sus propuestas programáticas. Acuda a las fuentes directas que son ellos mismos y sus equipos de comunicación, o a las plataformas informativas que el TSE pondrá a su disposición, pero, sobre todo, consuma el periodismo serio y la cobertura rigurosa de la campaña electoral que, estoy seguro, ofrecerán los medios de comunicación que no han renunciado a su servicio público esencial en democracia.
Queda un año para que celebremos las décimo séptimas elecciones presidenciales desde nuestra última ruptura del orden constitucional y bajo la dirección del TSE, donde estamos listos para proteger ese amplio abanico de opciones de participación que se abren para cada costarricense.
El autor es magistrado presidente Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).