El pasado 11 de enero, el Banco Central de Costa Rica agotó su programa de acumulación de Reservas Monetarias Internacionales (RMI), con el cual tenía $1.500 millones para el periodo 2012-2013, de los cuales $1.453 fueron para defender el piso de la banda.
A la vez, el país atraviesa un periodo de entrada de “capitales golondrina”, es decir, que llegan al país por un corto lapso de tiempo para aprovechar las mayores tasas de interés de la economía nacional y luego irse. En la realidad económica actual, con las tasas internacionales en bajos niveles y una apreciación del colón, resulta más rentable invertir en la moneda local.
A pesar de la entrada de dólares, hay una fuerte competencia por estos recursos en el Sistema Bancario Nacional, donde las tasas de captación en el Mercado Interbancario de Liquidez (MIL) –de corto plazo– aumentaron en las últimas semanas, al mismo tiempo que la compra de reservas del Banco Central.
La autoridad monetaria ha dejado ver la posibilidad de ir a un sistema cambiario de flotación administrada, objetivo principal desde que comenzó el sistema de bandas y como parte de la transición hacia un sistema cambiario más flexible. Sin embargo, esto no debe confundirse con que atacará el problema de la entrada de capitales golondrina al país.
En un escenario de mayor flexibilidad, si las expectativas se comportan como en los meses recientes, el colón continuará apreciándose y el problema de la entrada de capitales podría ser mayor.
Actualmente hay un shock monetario, y moverse hacia la flotación administrada puede tener impactos grandes en contra del sector real a través de la pérdida competitividad de nuestro sector externo, con consecuencias negativas para el empleo y el ingreso de muchos costarricenses.
Si realmente se quiere atacar el problema de los capitales golondrina, algunas de las alternativas del Banco Central son las siguientes:
Disminuir las tasas de interés: se debió hacer mucho tiempo atrás, cuando el Gobierno, teóricamente como agente de riesgo cero, captaba a tasas mucho más altas de las necesarias, en una campaña consecuente para intentar aprobar el Plan Fiscal y presionando al resto de los intermediarios a la misma condición. Sigue siendo el camino menos costoso para, de esta manera, disminuir el incentivo de los capitales golondrina de venir al país y liberando el problema de liquidez en el Sistema Bancario.
Modificar el programa de reservas: a simple vista cambiar lo acordado puede representar una falta de credibilidad para el BCCR. Sin embargo, si hay esfuerzos por disminuir las tasas de interés, se entenderá que más reservas podrán mantener prudentemente el tipo de cambio, antes de pensar en una transición. Sin embargo, ampliar el programa sin preocuparse por las tasas plantea un acertijo donde el Gobierno emitirá dinero para comprar dólares y mantener el tipo de cambio, creando expectativas para una mayor apreciación y creando presiones inflacionarias.
Controlar la entrada de capitales: esto supone una medida más polémica al proponer alternativas como encajes e impuestos a ciertas transacciones, que suponen un costo económico, aunque resulte exitoso contra el capital especulativo.
El Banco Central se encuentra en lo que se conoce en la teoría económica como “la trinidad imposible”, donde la autoridad monetaria solo puede controlar dos variables entre inflación, tipo de cambio y tasas de interés. Llegó la hora de escoger.