En estos meses, el país vive situaciones novedosas en un contexto internacional de incertidumbre. Hay meses en que no hay suficientes recursos fiscales para terminar. Un largo tiempo en el que diversos actores han combatido una reforma fiscal integral nos lleva directo a una turbulencia económica. Muchas han sido las controversias: renta, control de la evasión, salarios, registro de sociedades, pensiones, IVA, regla fiscal, extinción de dominio, etc.
Freno y acelerador aplicados simultáneamente por diversos actores dependiendo del tema, tienen al carro nacional recalentado y a punto de colapsar, lo que podría llevarnos a un ajuste económico rudo.
Situación fiscal. Los ingresos fiscales han crecido, pero más lentamente que los gastos, principalmente los gastos por el pago de intereses, los locales y los internacionales.
Hoy el pago del servicio de la deuda es el segundo principal rubro de gasto y el que crece mas rápidamente (más del 20% anual); esto estruja el resto del gasto.
Los vientos de cola que teníamos cesaron, pues las mejores condiciones internacionales de precios de los comodities han cambiado y las bajas tasas de interés internacionales fueron sustituidas por tasas crecientes y reducciones en la disponibilidad de inversión extranjera directa y de crédito barato y disponible de organismos internacionales.
El gobierno no cubre sus gastos; además, se endeuda para pagar deuda. Lo que nos acerca a un ajuste rudo.
¿Qué es un ajuste rudo? Para describir el ajuste económico más rudo de la segunda mitad del siglo XX en Costa Rica basta con traer a cuento los años iniciales de los ochenta.
La economía decreció y el desempleo se multiplicó por dos, la inversión social cayó en un precipicio (por ejemplo, no hubo con qué financiar la construcción de nuevos colegios por lo que, adicionalmente, se quedaron fuera de secundaria 10 puntos porcentuales y en el cuarto ciclo 20 puntos porcentuales de las personas en edad de llegar a secundaria), las remuneraciones reales al trabajo bajaron abruptamente, el nuevo crédito se hizo inalcanzable para muchos. Cerraron pequeñas y medianas empresas y se redistribuyó casi un 10% del PIB, que pasó de remuneraciones a excedentes de explotación. La mitad de los hogares quedaron en condición de pobreza.
Recapitulo. La situación fiscal es insostenible, el contexto internacional no ayuda. El riesgo de ajuste rudo es cada vez mayor. Sin embargo, los actores mantienen entrabada una salida negociada y sus mutuas condicionalidades no permiten iniciar una discusión pausada para evitar un ajuste desordenado y rudo.
Muchos políticos piensan que es mejor no hacer nada para no pagar un costo político. Pero eso tampoco es cierto.
Percepciones novedosas. Muchos siguen pensando que la sociedad rechaza cualquier reforma fiscal. Ya no es así. El CIEP (UCR) tiene valiosos datos sobre el tema en su 4.° Informe de percepciones sobre reforma fiscal en Costa Rica. Por ejemplo: las respuestas sobre la importancia relativa del déficit fiscal son contundentes: un 82,49% de los encuestados lo considera que es un problema muy importante y un 11,03% lo señala como algo importante.
Un 61,5% de las personas consideran muy importante pagar impuestos, además de un 23% que lo considera algo importante.
Un 73,3% de las personas considera que es necesaria una reforma fiscal, pues de no aprobarse un 55,3% dice que la situación económica será peor que ahora dentro de un año.
El apoyo a nuevos impuestos se puede comprobar que es condicionado, pues la mayoría de las personas no aprueban nuevos impuestos sin que se restrinja el gasto (un 76,5% en contra). Sin embargo si se determina que los nuevos impuestos serán destinados a los servicios públicos o que serán de corte progresivos (pagando más quienes más ganan), el apoyo a los impuestos crece al 88,5% y al 75,0% respectivamente.
Además, si se establece que se va a combatir la evasión fiscal, el número de personas que están de acuerdo con aumentar los impuestos es del 67,1%.
Con estos datos sobre percepciones ciudadanas de lo fiscal, no es complejo encontrar e impulsar reformas fiscales que nos alejen del ajuste desordenado y cruel. Pero es necesario ajustar en varios sentidos y que todos estemos dispuestos a dar una cuota de sacrificio, eso sí, bien repartido.
Ignorar el problema. Así que si el sistema político y los sectores sociales organizados pretenden dejar pasar el tiempo sin tomar decisiones importantes estarán forzando a llegar a un escenario de ajuste rudo, que no sabemos cuán cruel puede resultar.
Quienes obstruyen, o hacen inviable una salida negociada, deberían estar calculando que esto tendría costos políticos mucho superiores. La gente sabrá a quién responsabilizar del daño.
Por cierto, el Acuerdo Nacional de los nueve partidos representados en la Asamblea Legislativa podría ser marco de una solución balanceada.
El autor es economista.