El pasado 22 de abril, en cadena nacional, la presidenta anunció que por un “acuerdo” con la empresa OAS daba por terminada la concesión de la ruta San José-San Ramón. Sin embargo, su mensaje fue omiso en citar los términos de ese convenio que compromete fondos públicos, asunto que ha generado una gran incertidumbre y, en lugar de poner la población contenta y esperanzada, creemos que las palabras de la presidenta hacen aflorar dudas y que su discurso sigue buscando confrontación con el pueblo.
Hoy en día sabemos que incluso el contrato con OAS no existe y lo que hay es un simple intercambio de opiniones verbales. Lo peor dentro de ello es que tenemos claro que la presidenta nos trató de engañar al darnos a entender de que sí existía ese convenio. En otros Estados, por asuntos como esos, un mandatario luego de hacer un poco de introspección dimite por ética y responsabilidad ante el electorado.
En realidad, lo prudente es que doña Laura inicie los trámites para un proceso de lesividad, tal y como lo contempla el Código Procesal Contencioso Administrativo a efecto de que un juez de la República anule la concesión, pues está plagada de nulidades. Mediante un proceso de este tipo, la Administración se demanda a sí misma cuándo ha entregado permisos a terceros, si posteriormente percibe que existen nulidades que violentan el principio de legalidad o el interés público. En un proceso de lesividad, claro está que la empresa tendrá las posibilidades de un debido proceso.
Entre tantas nulidades, por mencionar algunas, tenemos que hacer notar por ejemplo que quien firmara por parte de la empresa la cesión de la concesión, no tenía un poder válido, pues su mandato había sido revocado, como se ha dicho en prensa. También las encontramos en que en la adenda de la concesión se trasmitieron a OAS permisos ambientales que estaban caducos contenidos en expedientes tramitados ante Setena en el 2002. Tengamos presente que conforme lo señala el Reglamento General de Procedimientos de Evaluación de Impacto ambiental esos permisos no serían válidos por no haberse iniciado las obras dentro del término de 2 años, luego de dictadas las resoluciones correspondientes, como efectivamente sucedió, aspecto este que hace que desde lo jurídico se estaba partiendo de una base absolutamente ilegal.
La Ley General de Concesión de Obras Públicas con Servicios Públicos en el artículo 5 inciso 2 señala: “' 2.- Cuando el objeto de la concesión se encuentre dentro del ámbito de competencia de un órgano del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de Concesiones, demostrada previamente la factibilidad legal, técnica, ambiental, económica y financiera del proyecto, será la entidad técnica competente para actuar en la etapa de procedimiento de contratación y, cuando sea necesario durante la ejecución del contrato”.
Por lo anterior, al dejarse como válidos los estudios ambientales antiguos y trasmitirlos al concesionario, tenemos que existe una clara inconsistencia, pues en buena ley, partiendo de la caducidad dicha, a la fecha no existirían jurídicamente los estudios exigidos por la norma, por ello, tanto el refrendo, como el contrato tienen vicios de nulidad irreversibles. Lo anterior son solo algunas de las muchas situaciones encontradas.
Es claro, que si un juez analiza todo el contrato encontrará que es absolutamente ilegal y ello conlleva a que no se tenga que indemnizar a OAS y esta empresa tendría pocas opciones de cobrarnos daños y perjuicios en un arbitraje. Además, recordemos que nadie puede alegar desconocimiento de la ley en Costa Rica, de ahí que si el supuesto representante de la empresa aceptó permisos ambientales caducos significa que ellos han participado en constituir nulidades, amén de que si efectivamente él no era el representante autorizado, también habría generado nulidades absolutas.
Señora presidenta: póngase del lado del pueblo, sea firme, no nos entregue en ese absurdo e irracional acuerdo verbal anunciado con la firma OAS. Considere su permanencia en el poder o termine su mandato con dignidad; invierta mejor el dinero que le quiere dar a los brasileños en nuestra carretera.