En un artículo publicado recientemente en La Nación intitulado “El ABC de la ADC: hechos y eufemismos” , el señor José Antonio Montero, internacionalista de profesión, afirma que la Asociación Demográfica Costarricense (ADC) promueve y respalda la práctica del aborto en Costa Rica. Su antojadiza afirmación, por supuesto, no encuentra respaldo en ninguna acción, declaración, documento, manifestación o publicación de la Asociación Demográfica Costarricense.
Señor Montero, la realidad es todo lo contrario. En la ADC pensamos que el aborto es una terrible tragedia personal, familiar y nacional y, por esa razón, en lugar de cruzarnos de brazos y santiguarnos, nos arrollamos las mangas y luchamos contra este flagelo universal atacando sus causas.
En la ADC, Sr. Montero, preferimos ser racionalistas, no supersticiosos. Las enfermedades no se curan diciendo que son malas sino atacando sus causas.
Idealismo vs. pragmatismo. Hay dos maneras de luchar contra el aborto. La primera es retórica, romántica, idealista. Consiste en afirmar, desde un escritorio o un púlpito, que el aborto es malo y no hacer nada para prevenirlo. La otra manera no es retórica ni idealista sino pragmática. Consiste en reconocer la terrible realidad del aborto y atacar sus raíces. La primera manera no logra nada porque una enfermedad (en este caso el aborto) no se cura ignorándola o maldiciéndola. La segunda manera es mucho más efectiva porque reconoce que la causa fundamental del aborto son los embarazos en adolescentes y los embarazos no deseados y centra sus esfuerzos en la reducción de estos mediante programas de educación sexual y planificación familiar.
Pues bien, a estas alturas de la historia, todavía hay quienes, como don José Montero, piensan que afirmando que el aborto es malo reducen el problema. Eso es superstición, no pensamiento racional. El aborto no se reduce afirmando que se está a favor de la vida a la vez que se desconocen sus causas. Hay una evidente arrogancia y un claro cinismo en esa posición. Por el contrario, la IPPF (International Planned Parenthood Federation) desde 1952 y la Asociación Demográfica Costarricense desde 1966 escogieron la segunda manera de luchar contra el aborto, la que ataca las causas del problema, el embarazo en adolescentes y los embarazos no deseados.
Programas preventivos. Sin ningún temor a equivocarnos, afirmamos que gracias a la IPPF hay millones de abortos menos en el mundo y gracias a la ADC hay miles de abortos menos en Costa Rica, gracias a sus programas preventivos.
Acto seguido, sin sonrojarse afirma el Sr. Montero que la IPPF es la mayor proveedora de abortos en el mundo. Sr. Montero, la IPPF lo que provee es de programas de educación sexual y promoción de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, condones, pastillas anticonceptivas y programas de lucha contra el sida y las enfermedades de transmisión sexual que muchos países en todo el mundo utilizan para el bien de sus poblaciones.
Al Sr. Montero le preocupa más que la IPPF defienda el derecho al aborto que los millones de abortos clandestinos. Al Sr. Montero le preocupa más que la IPPF reduzca la mortalidad asociada a los abortos clandestinos que las muertes producidas por esos abortos.
Finalmente, el Sr. Montero afirma que la ADC promueve a nivel nacional el aborto porque está asociada a la IPPF. Eso es totalmentefalso. Ni la IPPF promueve el aborto, como lo hemos aclarado, ni la ADC promueve el aborto en Costa Rica simplemente por estar asociada a la IPPF. La ADC es una organización costarricense independiente, apegada plenamente al derecho nacional, respetuosa de la Constitución y las leyes nacionales, que no acepta órdenes de nadie porque cree en la tolerancia, en la diversidad, en el respeto al derecho ajeno y en la independencia de personas y naciones.
El Sr. Montero está molesto con los resultados de una investigación del año 2009 de la ADC que reportó 27.000 abortos clandestinos al año. A nosotros también nos molesta esa cifra. Nos parece una calamidad nacional. La Universidad de Costa Rica y las instituciones nacionales de salud deberían estudiar más a fondo este problema y plantear las soluciones pertinentes.
Para que no queden dudas al respecto, termino con las palabras de la fundadora de la IPPF, Margaret Sanger, que afirmó: “yo considero que los centenares de miles de abortos que se practican en los EE. UU. anualmente son una desgracia para la civilización”. En la ADC pensamos igual. Por esa razón exponemos el problema del aborto, lo cuantificamos, lo analizamos y explicamos sus consecuencias pero no lo promovemos ni apoyamos.
Por el contrario, dedicamos alma, vida y corazón a luchar contra los embarazos no deseados, la causa fundamental de los abortos clandestinos. Lo demás es retórica hueca.