El espectro de un infarto es un enemigo silencioso que en cualquier momento de nuestras vidas llega sin ser llamado, y yo no fui la excepción a tan inoportuno evento.
Tuve el privilegio de ser tratado, casi de forma inmediata, en el Hospital México. Desde el infarto hasta el cateterismo, el tiempo transcurrido fue de poco más de una hora, tomando en cuenta que de mi casa a dicho centro médico distan aproximadamente siete kilómetros.
La atención que recibí fue excelente desde todo punto de vista: al pasar al laboratorio, al electrocardiograma y a la sala de operación. Por así decirlo, fue cosa de momentos.
Días atrás, y sin tomarle mucha importancia, me había informado de una denuncia hecha por alguien de Cardiología del Hospital México, en la cual se planteaban negligencias e incluso muertes de pacientes por no haber recibido a tiempo un cateterismo.
Nunca creí verme envuelto en un caso similar, aparte de que ya estaba advertido de que, de no seguir una dieta baja en harinas y grasas, era fuerte candidato a un infarto.
Mujer excepcional. Pasaron tres días de mi internamiento, y tras una muy alentadora recuperación, me fui dando cuenta de había cambiado de manera positiva, al ver que ya podía medir la diferencia entre lo que es la vida y la muerte. Me sentí más cerca de Dios, y se aclararon mis ideas sobre la existencia del ser humano.
Pasaron los días y pude conocer a quien estuvo al tanto de mi problema cardíaco: la doctora Sofía Bogantes, jefa interina del Departamento de Cardiología del hospital. De ella recibí un sencillo saludo, que no esperaba, de hecho, pero muy caluroso.
Fue entonces cuando pude conocer a la mujer, la profesional, la persona de nobles modales y humilde, la doctora que, sin jactarse de egos ni vanagloria, se mezcla con todos los pacientes de una forma veraz y sencilla. Quien le pregunta a uno, sin distinción, “¿cómo estás?, ¿cómo seguiste?
Una mujer de gran carisma, humilde, sencilla, sociable, ecuánime, sensitiva, orgullosa de sí misma y que no se inmuta ante las críticas ni los infortunios.
Pocas veces nos cuestionamos en la vida sobre las virtudes que las demás personas muestran en nuestras vidas, y de la forma como lo hacen, abiertamente y sin esperar ser recompensadas.
Mujeres célebres. Reflexiono también sobre cómo a lo largo de la historia han existido mujeres de temple, que han luchado por los valores, la salud, la educación, la pobreza, la cultura, y otras tantas problemáticas en este diario vivir que se llama sociedad.
Recordé a Pancha Carrasco, Carmen Lyra, Emma Gamboa, Esmeralda Oreamuno, Yolanda Oreamuno, Carmen Naranjo, Thelma Curling, Elizabeth Odio, Victoria Garrón y a otras tantas que dieron y siguen dando sus causas en pro de mejorar el mapa social de este país, para hacerlo más culto, más sano, más políticamente abierto.
Aplaudo la decisión de Sofía Bogantes de denunciar, en un país donde los desaciertos y las malas políticas se esconden dentro de un despilfarro de trámites burocráticos.
Su buen trabajo fue criticado, simplemente por ser objetiva, ejemplar en sus funciones y de un trato especial para personas que, como yo, tuvimos la necesidad de un cateterismo pronto y temprano, antes que una muerte súbita por negligencia de otros.
El autor es oficinista.