Eso de “virtud” suena a catecismo y a iglesia, pero ya Aristóteles y Cicerón, compañeros de estudio, buscaban “virtus”, que no se compra ni se vende en el Más. Especial para heredianos: puede que se encuentre a media calle, ni muy ni muy, ni tan ni tan, en el medio entre dos extremos.
Vaya, pero tampoco es cosa de ubicación externa: por eso… si bien antes era legal, aquello que hizo el candidato francés François Fillon, dándole a su Penélope mejor todavía que teletrabajo, en casita sin hacer nada, lisa y llanamente no es legítimo; se vive en el interior de uno. ¡Viral y hasta de viruela, resulta ignorar esa campanilla con la que venimos equipados por dentro! Otro caso: ese Alejandro Toledo, expresidente de Perú, con unos milloncitos en Costa Rica…
¿Virtual? Desde la Edad Media el vocablo remite a virtus “poder, facultad”, “fuerza” y… “virtud”. Ahora, esa “realidad virtual” parece melcocha de ser y no ser al mismo tiempo, astutamente interpretada también en términos de lo… virtuoso...
Se puede ser lo último solo de la boquita para fuera… pero ahora la usamos por alguien que domina algo de modo extraordinario: un instrumento, una destreza física o mental. En fín… me callo sobre virtudes cardinales… porque de esos últimos, en Costa Rica, no hay. ¿Me entendés, Méndez?