¿No es cierto que todos los costarricenses tenemos derecho a exigir servicios de óptima calidad? ¿O será que nuestra acostumbrada e hipócrita cultura de pasividad y permisión nos provoca horrorizarnos ante un reclamo del calibre del que recientemente sufrió, porque ese es el término, doña Eugenia Cartín Barrios?
Como siempre, nos limitamos a la escucha del resultado final, en el audio donde se oye a doña Eugenia, pero no pensamos en el exhausto calvario que ella tuvo que sufrir para llegar al extremo de manifestarse en la forma como lo hizo.
El motivo de las burlas y los memes en las redes sociales es por la forma como se expresó doña Eugenia. Bien o mal, nadie tiene por qué juzgar y reírse de las acciones de doña Eugenia, que se dieron en un ámbito privado e irresponsablemente se hicieron virales en las redes sociales.
¿Dígame si nunca ha tenido una crisis de este tipo? ¿Dígame que nunca ha insultado a nadie? Doña Eugenia no se expresó así en una conferencia de prensa, lo hizo en forma privada.
Derecho. Cuando una persona llega a ese punto después de pedir por horas que le resuelvan un problema y no recibir la solución inmediata es muy probable que reaccione con enojo, ¿por qué se horrorizan? ¿porque es una adulta mayor? ¿Y qué? No es un ser humano lleno de emociones igual a usted y a mí? ¿No tiene el derecho a desahogarse?
Algunos costarricenses han grabado videos íntimos y luego han circulado en redes sociales, nada justifica el morbo de quienes los expusieron para ganar “me gusta” o simplemente para disfrutarlo. Se debe respetar la privacidad de las personas; eso también es educación. En la privacidad, cada cual tiene derecho a expresarse como quiera y eso debe respetarse.
Conozco a doña Eugenia como una mujer muy preparada, traductora oficial certificada, que tiene desde hace años su despacho en donde reside y que como muchas mujeres costarricenses se gana día a día su sustento en forma íntegra. Como decimos los ticos, su “machete” es Internet, y dígame, si le quitan el machete de trabajo, ¿usted qué haría? Por eso la entiendo y la respeto.
La autora es periodista.