Hay algunas distinciones conceptuales que parecen triviales o como “rajar pelos en el aire”. Sin embargo, al examinarlas cuidadosamente, ayudan a entender y resolver problemas importantes de la vida.
Al respecto, voy a discutir la relación entre “valores” y “derechos”, respecto a la cual llamó mi atención el pastor Jaime Silva, del Centro Internacional Filadelfia, en una conversación que tuvimos sobre homosexualismo. Dice mi amigo Jaime que no debemos confundir derecho –el cual es dado o reconocido por la sociedad– con valor, que proviene de Dios.
Desde esa perspectiva, es legítimo, en principio, que defendamos el homosexualismo como un “derecho”, pero que lo rechacemos o cuestionemos como un “valor”. Si aceptamos el principio de vox populi, vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios ) , “derecho” equivale a “valor”; sin embargo, de otro modo, son diferentes.
En otras palabras, el homosexualismo es defendible, inclusive debe ser defendido por ley, pero no tiene necesariamente que serlo por la religión.
Para el pastor Silva, la esfera jurídica difiere de la esfera divina: los principios de la ley no son equivalentes a los de la teología. Sin comprometerse con ninguna organización o institución religiosa, es posible estar de acuerdo con el homosexualismo; los compromisos al respecto pueden evitar la aceptación del homosexualismo.
Y así, cuando las autoridades de la Iglesia católica dicen que Dios ama al homosexual, pero rechaza su homosexualismo, las de la Iglesia episcopal-anglicana reconocen a un obispo homosexual, y las de iglesias protestantes se oponen a la homosexualidad, y atizan una hoguera de ideas confusas y contradictorias.
Pienso que la distinción hecha por el pastor Silva puede contribuir a aclarar el problema, aunque no lo resolverá por sí sola.
Sin embargo, contribuirá a que individuos, grupos, congregaciones y organizaciones identifiquen cuáles son las ideas que los separan.
Eso ayuda a que cada uno sepa cuáles son los conceptos que deberá entender para respetarse, y, si no, cambiar para unirse, y convivir en paz social y amor de Dios.