De un tiempo a la fecha, una gran cantidad de ciudadanos hemos decidido emplear otro servicio de transporte que ha logrado llenar las expectativas que nos costaba encontrar en los taxistas tradicionales.
Es un servicio sin marías alteradas, que acepta viajes cortos y, en muchos casos, cuenta con un conductor que da una atención amable y atenta, algo que en ocasiones cuesta encontrar en los taxis; no digo que todos los taxistas brinden un mal servicio; sin embargo, la sensación nacional es deficiente en este sector.
Por ello, la empresa fundada en California logró satisfacer a la población, algo que sin duda ha generado un cantidad considerable de fuentes de empleo a muchas personas que necesitaban llevar a sus mesas alimentos.
Sin embargo, el presidente de la República ha preferido crear una guerra sin cuartel ni trinchera contra Uber, en lugar de buscar una medida que permita fortalecer a los taxistas, legalizar el servicio que brinda la compañía y empezar a generar una competencia igualitaria, donde ambos sectores den un servicio como el que solicita la ciudadanía.
Debe atender como se debe la situación y buscarse las herramientas necesarias que le permitan al gobierno recibir impuestos de un negocio que crece diariamente, dinero que, sin lugar a duda, sería muy bien recibido en la economía nacional.
Presión. Luis Guillermo Solís prefiere lavarse las manos declarando que todo aquel que se relacione con Uber será catalogado de cómplice, algo que se le ha salido de las manos y le ha llevado a presionar a los empresarios de este país, quienes son vitales para la economía.
Este ensañamiento con los choferes y la empresa que brinda el servicio solo denota el carente interés del gobierno en brindar soluciones reales que permitan al consumidor decidir qué servicio utilizar.
Declarando “ilegal” y llamando al cumplimiento de la ley a este problema, olvida el sinnúmero de casos ilegales que se presentan en el país, dando por menos importante los sobresueldos, las pifias millonarias y el mentado caso del “Cementazo”, problemas que le han costado al erario miles de millones de colones.
Millones que salen del bolsillo de todos los costarricenses y que hoy se encuentran impunes, sin mayor relevancia que la dada en las redes sociales, y sin apoyo real del presidente.
Por ello, como ciudadano costarricense, como trabajador y como votante, le exijo al presidente Solís busque una salida real al problema de Uber, que se amarre la faja en estos meses que quedan de mandato, y empiece de una vez por todas a gobernar, a tratar de ilegales los miles de casos que nos pasan la factura a diario, que deje de jugar con el pueblo costarricense dando cadenas nacionales de austeridad, de la urgencia de nuevos impuestos, donde su administración ha aumentado desmedidamente el presupuesto nacional y los rubros destinados a publicidad.
Solución. Es hora de sentarse y buscar de una vez por todas una salida que permita a los más de 10.000 choferes de Uber y a la gran cantidad de taxistas continuar con sus labores en lugar de postergar con placebos y enfrentamientos una situación que debió solucionarse hace tiempo.
Existe una inquina infundada entre choferes, pasajeros y ciudadanos, que pudo solucionarse de una vez por todas. Bien sabemos que tendrá un costo político alto, pero permitirá dar por finalizada esa desavenencia entre taxistas y choferes de Uber permitiendo al consumidor elegir libremente qué servicio usar.
El autor es relacionista internacional.