A propósito del artículo “Democracia que atenta contra la propia democracia”, de Duayner Salas Chaverri, publicado el 11 de mayo pasado, quiero señalar algunos puntos para que los lectores tengan mejor conocimiento de la realidad.
Con relación al referéndum constitucional del pasado 16 de abril, el autor afirma que el resultado conllevaría a perpetuar en el poder al presidente Erdogan “al menos hasta el 2029”. En realidad, la próxima elección presidencial está prevista para el 2019, lo cual quiere decir que, para alcanzar la fecha expuesta por el autor, Erdogan debería ganar dos elecciones consecutivas más.
Con respecto a los cargos ocupados previamente como alcalde de Estambul y primer ministro, para que los lectores no tengan una percepción errónea, no debe olvidarse que son cargos como resultado de elecciones populares.
Cuando indica que en 1998 Erdogan tenía prohibición para ocupar cargos públicos “acusado de intolerancia religiosa”, fue por leer un poema de un escritor reconocido durante un discurso pronunciado y con voto mayoritario del Parlamento turco, incluida la oposición, se levantó esta prohibición.
Premio a derecho. Además, cuando el autor relata el otorgamiento del Premio Internacional Gadafi de los Derechos Humanos, en el 2010, debe recordarse que hasta el 2011 casi todos los países occidentales, incluidos los considerados más democráticos de Europa, tenían relaciones, a veces muy estrechas, con Libia y su entonces líder Gadafi.
Cuando el profesor Salas formula la opinión: “También se habla de su autoritarismo, intolerancia a minorías, como la kurda, y represión, además de haber sido objeto de un infructuoso golpe de Estado en el 2016”, una vez más, no solamente se esfuerza por dar una impresión muy negativa basada en rumores, sino que, para llegar a este fin, mezcla sus propias opiniones y diferentes temas con afirmaciones erróneas.
Se aclara, ni en la Constitución Política, ni en la práctica, los kurdos son considerados “una minoría”, todos los ciudadanos, independientemente de su origen, son “ciudadanos de la República de Turquía”. Pero se debe aclarar que no se puede referir a “intolerancia” y “represión” cuando se trata de la lucha contra el terrorismo en todas sus formas.
Intento de golpe. En cuanto a la tentativa de golpe de Estado del 2016, citado dentro de la frase mencionada anteriormente, una vez más desviando la percepción del lector, la realidad es que fue un intento contra la democracia y toda la nación.
Por último, no vale la pena demorarse en los escenarios hipotéticos del autor, hablando de la posibilidad de “que Turquía se convierta en una república islámica fundamentalista”. Del mismo modo, cuando menciona que “Costa Rica es un país amante y observante de la democracia”, insinuando que Turquía no lo es; aunque, normalmente, se podría considerar casi como un insulto, no merece una reacción adicional en vista de las explicaciones anteriormente expuestas.
El autor es embajador de Turquía.