En el más reciente informe de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) sobre las estadísticas del 2015, se exponen datos interesantes: del 2014 al 2015 se incrementó en poco menos de un 50% el consumo de datos transmitidos a través de redes móviles, el ingreso generado por el sector de telecomunicaciones aumentó en cerca de ¢62.500 millones y el número de líneas móviles alcanzó unos 7,5 millones.
Considerando solo estos datos, es imperativo que el país tome decisiones concretas, disruptivas y a corto plazo para mejorar la competitividad creando un adecuado ambiente de negocios que favorezca la calidad de vida y oportunidades para los costarricenses; todo ello en el marco de la cuarta Revolución Industrial y el ecosistema digital globalizado.
Líneas estratégicas. Cuatro líneas estratégicas nos facilitarían ser líderes tempranos en la adopción e incorporación productiva de la tecnología para alcanzar un país digitalizado con ciudades inteligentes, un ambiente de negocios promotor de la innovación y ciudadanos digitales conviviendo en un ecosistema digital global. Estas cuatro líneas de acción son: masificación de banda ancha (fibra óptica), protección del medioambiente, creación de contenido para Internet y emprendedurismo innovador.
La masificación de banda ancha tiene dos objetivos: primeramente, irradiar la infraestructura de fibra óptica hasta los lugares más alejados del país, creando una megarred que sería potenciada por los proveedores de servicios (cada quien ganaría acorde con lo que aporte).
En segunda instancia, mejorar la relación capacidad/precio de modo que se posibiliten conexiones de alta capacidad a precios razonables.
Es preciso abrir la negociación con una perspectiva madura de mercado, buscando construir una autopista neutra de fibra óptica nacional, con la interconexión de las redes de los diferentes operadores, los cuales podrán habilitar –con costos razonables– a los proveedores de servicios para que puedan ofrecer a los ciudadanos los más diversos servicios.
En este momento, los feudos de infraestructura frenan el desarrollo del ecosistema digital y afectan a las empresas del sector, pues reducen el mercado y limitan el alcance de servicios.
Un buen inicio es la integración a un punto neutro de intercambio (podría ser el promovido por NIC Costa Rica), con lo cual haríamos de nuestro país un “nodo de luz” de banda ancha atractivo para el establecimiento de empresas líderes en alta tecnología.
Como segundo punto, un robusto ecosistema digital requiere un apropiado ecosistema ambiental, beneficio directo de una conectividad apropiada.
Con banda ancha accesible para todos, reduciremos los desplazamientos para trabajar, estudiar y asistir a algunas citas médicas, lo que favorece la salud mental al evitar presas y disminuir la demanda desenfrenada de combustibles fósiles.
De manera paralela, hemos de incentivar los vehículos eléctricos, el uso de energías limpias y, próximamente, la incorporación de vehículos con autonomía de manejo.
Internet. La tercera área de acción está dada por la producción de contenidos para Internet. La evolución sistemática de Internet de las cosas, la movilidad, las redes sociales y las soluciones en la nube, hacen que tengamos todas las piezas de engranaje para la creación de contenidos con convergencia de datos, voz y video a partir de sistemas de aprendizaje continuo y análisis de comportamientos (Big Data) que faciliten y hagan más eficiente la vida de las personas.
El cuarto y último punto es el fomento, impulso y financiamiento del emprendedurismo innovador. En mi anterior artículo “Costa Rica y la Cuarta Revolución Industrial” (La Nación, 9/2/ 2016) citaba que se debe robustecer la promoción de fuentes de empleo ligadas a la innovación y al aprovechamiento de la información que producirán billones de dispositivos y sensores conectados a la red e incorporados al quehacer diario de las personas.
Acá debemos adicionar el apoyo de capitales de riesgo para dotar de recursos técnicos y financieros a las pequeñas ideas de negocio cuyo potencial podría tener un dimensionamiento global.
El reto está en la mesa, y de las acciones que tomemos depende que Costa Rica retome los puestos de vanguardia tecnológica que logró años atrás en un ecosistema digital vivo, dinámico y evolutivo; o, por el contrario, condenar a nuestro país al estancamiento en el tiempo con todas las consecuencias negativas que de ello se derivan.
El autor es viceministro de Ciencia y Tecnología.