La tendencia cambiara del colón en relación con el dólar estadounidense está íntimamente relacionada a la política monetaria de Estados Unidos. Por eso, para entender bien lo que le está ocurriendo a nuestra moneda (así como a muchas otras de mercados emergentes) se debe dimensionar apropiadamente lo que le ha pasado al dólar en los últimos seis años.
En octubre del 2008 ocurrió algo sin precedente en la historia internacional monetaria. Los bancos centrales de Estados Unidos, la Eurozona, Inglaterra, y otros, acordaron en coordinación reducir sus tasas referentes de interés a la misma vez (aquí habría sido la tasa pasiva). Pero, tan solo un poco más de tres años después, en noviembre del 2011, otra acción similar de coordinación global volvió a tomar lugar. La mayoría de esas instituciones, incluida de nuevo la Fed de Estados Unidos, acordaron reducir los precios en sus ventanillas de swaps para dólares.
Un par de meses antes, en setiembre del 2011, la Fed de Estados Unidos inició su operación Twist (la primera vez que intentaba algo similar desde 1961). En ella compraba $400 billones en bonos de la Tesorería con duración de entre los 6 y los 30 años a la vez que vendía la misma cantidad de aquellos en su hoja de balance con menos de 3 años de duración. Había de extender el programa durante el 2012, al tiempo que aumentaría el monto de la operación en casi $270 billones más.
Un ‘twist’. Pero regresemos al 2008. En diciembre, la Fed llevó a cabo otra acción sin precedentes en la historia de su administración monetaria: redujo la meta de su tasa de referencia a entre 0% y 0,25%. Ese es el nivel más bajo que ha alcanzado en su historia. Esto no se tradujo a que diversas instituciones financieras pudieron de pronto accesar a financiamiento gratis; pero sí fue lo más cerca de hacerlo que han llegado a estarlo. Y, si se toma en cuenta la inflación (aún a un nivel tan bajo como lo que se ha registrado en los últimos años en EUA), la verdad es que sí significa dinero gratis en términos reales.
Por si solas estas acciones habrían hecho difícil escaparse de la marea alta de liquidez global. Pero apenas fueron el complemento a la verdadera inundación de dólares. Se limitaban solo a ofrecer dinero atractivamente o, en el caso de Twist , a incentivar a no invertir a largo plazo (a no “guardar la plata”). Todavía faltarían las rondas de facilitamiento cuantitativo (QE por sus siglas en inglés). Esa trilogía, a diferencia, se encargaría de imprimir e introducir dólares directamente a la economía de EUA y, por lo tanto, a la global. Se hizo a la fuerza, por medio de compras a mercado abierto.
La primera ronda inició a finales del 2008 cuando la Fed designó $600 billones para la compra de tres diferentes activos: valores titularizados de hipotecas por instituciones de vivienda respaldadas por el Gobierno, bonos de la Tesorería, y deuda bancaria. Para marzo del siguiente año ese monto se incrementó en $750 billones más para esos valores titularizados; y en otros $300 billones más para bonos de la Tesorería. En poco más de un año, la hoja de balance del Banco Central estadounidense crecería hasta llegar a $2,1 trillones de dólares. También se estableció una práctica que se volvería común: la Fed se dejaría los activos comprados hasta su madurez.
QE1 se suspendió brevemente por dos meses, en junio del 2010, ante el prospecto de una mejora de la economía estadounidense, esperanza que se vio frustrada cuando los indicadores, principalmente el desempleo (en ese momento todavía por encima del 9%), no mostraron la mejora esperada. De ahí que, en agosto, la Fed reinició la ejecución de QE1 para terminar de alocar el restante de los montos previamente establecidos.
Un vez concluido el proceso QE2 vendría de seguido, en noviembre del 2010. Esta ronda se extendería hasta junio del 2011 y su tamaño sería de otros $600 billones de dólares. Se enfocó en comprar bonos de la Tesorería de larga duración a un ritmo de aproximadamente $70 billones por mes. Mes a mes, puesto de otra manera, el equivalente del 140% del producto interno bruto anual de Costa Rica.
Pero a la conclusión de esta segunda ronda, el desempleo en EUA, aunque disminuyendo, todavía seguía elevado. Aún para el inicio del segundo trimestre del 2012 no se lograba que rompiera el piso del 8%. Mientras, el crecimiento económico, aunque sostenido, no conseguía acelerar siquiera al 2% anual. También se vislumbraba el fin de la rebaja temporal de impuestos sobre la planilla así como reducciones al gasto del Gobierno Federal de EUA. Fue en esas circunstancias, entonces, cuando empezó a tomar forma el QE3.
La gruta del rey. Esta ronda se lanzo en setiembre del 2012 y continúa al día de hoy. A diferencia de las otras dos veces anteriores se decidió que su fecha de terminación sería indefinida y que tampoco tendría monto tope total. Va a seguir hasta que la Fed establezca mejoras materiales en los indicadores económicos clave de EUA. Su enfoque es comprar los mismos tipos de valores titularizados de la primera ronda. QE3 empezó a un paso de $40 billones por mes que se aumentó a $85 billones en diciembre 2012.
Ese nivel se mantuvo por un año entero hasta este pasado diciembre 2013 cuando la Fed inicio apenas un recorte en la cantidad de dólares que estaba imprimiendo e introduciendo al sistema. En ese mes bajó el monto a $75 billones, en enero de este año lo volvió a reducir otros $10 billones, y más recientemente en marzo otros $10 billones.
Aún así al día de hoy todavía están comprando más de una “Costa Rica” por mes de esos activos. Que, de nuevo, van a dejarse en su hoja de balance hasta su madurez. Mientras, cabe recordar, el objetivo de su tasa de referencia sigue en el rango de 0% al 0, 25% y ahí se va a quedar por un rato más (el consenso es que llegue apenas al 1% a finales del 2015).
La hoja balance de la Fed llegó a $4 trillones de dólares en enero pasado. Para dar un sentido de proporción ese monto es un poco más del 5% del producto mundial bruto y del 25% del producto interno bruto de EUA. Verdaderamente, decir que todo esto es inaudito no le hace justicia a la magnitud de lo que el mundo ha experimentado en los últimos seis años. Han sido tiempos monetarios muy extraños. Cada vez que repaso esta historia oigo la famosa composición de Edvard Grieg, En la gruta del rey de la montaña, sonando en el trasfondo.
El mundo está viviendo apenas el despertar de este sueño febril. En el caso del colón, a todo esto, habría que sumarle la manera en que diferentes factores locales pueden complicar esta dinámica. Por eso sobra decir que la tarea de nuestro Banco Central, de procurar hacer la inevitable depreciación lo menos violenta y más gradual posible, no es nada fácil. Esto es como aterrizar un avión, por usar otra metáfora: no es cuestión solo de perder altura. Hay que hacerlo a la velocidad correcta y el ángulo correcto.