La digitalización de la televisión es una oportunidad única para fortalecer la libertad de expresión. Como se ha explicado, este proceso permite que en el espacio del espectro radio-eléctrico donde actualmente se emite un canal de televisión puedan transmitir hasta cuatro subcanales diferentes.
Es una modificación tecnológica importante, que abre un debate sobre la propiedad del dividendo digital y el ingreso de nuevos actores al sistema de medios de comunicación. También es un cambio que permite discutir sobre el caso particular del Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart).
A diferencia de los canales privados, que operan en el espectro radioeléctrico mediante contratos de concesión, el Sinart está presente en la televisión gracias a la Ley 8346. En esta norma, a la institución se le otorgó legalmente la administración de tres canales de televisión: el 13, el 8 y el 10.
En teoría, se otorgaron tres señales para que una sirviera como canal principal y las otras fueran repetidoras con el objetivo de tener cobertura nacional. Sin embargo, la norma no estableció un uso determinado para dichas frecuencias, a diferencia de los contratos firmados por los privados, donde sí se establecen cuáles canales son principales y cuáles son repetidoras. Esto significa que el Sinart continuaría estando facultado por ley para utilizar tres canales tras la digitalización.
Alianzas. Lo anterior es positivo desde una perspectiva del derecho a la información porque permite ejecutar una forma barata, eficiente, rápida y segura para que nuevos actores públicos ingresen a la televisión de Costa Rica.
Esto es así porque, si el Sinart mantiene los tres canales asignados por ley en las frecuencias que se utilizarán para la televisión digital, puede establecer alianzas o acuerdos de programación para ocupar los subcanales con contenidos educativos, culturales o cívicos producidos por instituciones públicas. Es decir, el espacio espectral liberado con la digitalización se utilizaría para que diferentes instituciones brinden en televisión abierta contenidos de interés público.
Por ejemplo, uno de los subcanales podría ser ocupado exclusivamente con contenidos cívicos del Tribunal Supremo de Elecciones. Otro podría utilizarlo el Ministerio de Educación Pública para programas educativos o infantiles y, otro más, podría explotarlo la Asamblea Legislativa para emitir en señal abierta toda su actividad parlamentaria. El Poder Judicial, el Ministerio de Cultura, el Instituto Nacional de Aprendizaje, las municipalidades o la Defensoría de los Habitantes podrían ser otras instancias beneficiarias de este mecanismo.
Este proceso no solo es el más eficiente para incluir en el escenario televisivo a nuevos actores públicos, sino que también es el más barato.
Con este procedimiento, el Sinart se encargaría de brindar la infraestructura necesaria para transmitir, mientras que las instituciones se encargarían de darle contenido a cada uno de los subcanales.
Un actor pondría toda su experiencia operando una red de televisión pública, mientras que los otros se encargarían de la producción. De no elegir esta opción, el camino para nuevos actores públicos es más complicado: se debe realizar una modificación legal para recuperar las frecuencias y luego reasignar los subcanales a las instituciones, las cuales tendrían que hacer una gran inversión en infraestructura para transmitir en la porción de espectro otorgada. Todo esto se realizaría bajo el peligro de que el Gobierno adjudique los nuevos espacios a operadores privados o comerciales.
Fortalecimiento. El Estado debe recuperar todo el dividendo digital posible, reasignarlo y generar recursos económicos con este proceso. Pero también debe tomar todas las medidas para que la digitalización fortalezca el derecho a la información de la ciudadanía.
Reservarle al Sinart la administración de tres canales en televisión digital, con todo el espacio espectral que esto significa, es una de ellas.
Con esta posición se fortalece la libertad de expresión y se le da un impulso relevante al Sinart en su consolidación como el sistema de medios público y plural que nos merecemos como país.
El autor es politólogo y comunicador.