Leonardo Di Caprio ha tildado de “salvaje Oeste” la situación de las especies y biodiversidad en altamar, al tiempo que ha salido a apoyar las acciones del presidente Obama para ampliar la protección marina en aguas de varias islas y atolones entre Hawái y las islas Marianas, crear nuevos santuarios marinos y detener la pesca ilegal. Imposible no pensar en semejanzas con nuestra realidad.
Nuestros mares cuentan con poca protección que, entre otros, favorece la pesca ilegal, el aleteo de tiburones y la mina de arrecifes coralinos. La muerte de Jairo evidenció, también, problemas con la protección de tortugas y sus huevos, y quizás también el uso de mares y costas para el trasiego de drogas ilícitas.
Como país, tenemos más territorio marítimo que terrestre, pero poca cultura culinaria marina. No hemos valorado la riqueza y el potencial que hay en nuestras aguas, y el sector pesquero artesanal yace en el olvido.
Protección de especies en desove, legislación sobre parada biológica (interrupción temporal de la actividad pesquera –decretada por el Gobierno– para regenerar los recursos de los caladeros marinos), establecimiento de mercados municipales (tipo “lonjas”) que favorezcan el control y faciliten la cadena de frío, y comercialización a pequeños pescadores son parte de la necesaria agenda de desarrollo sostenible que tenemos pendiente.