Alrededor de 710.686 trabajadores del sector no público de la Región Central (50%) reciben un salario inferior al mínimo (LaNación, 24/11/2010). Esta región concentra el 67% de la fuerza laboral del país (Instituto Nacional de Estadística y Censos –INEC–, 2009). Este síntoma, por tanto, sugiere que nuestra economía padece una o varias enfermedades asociadas al ciclo económico (temporales) o de largo plazo (permanentes), cuya gravedad es desconocida. Veamos.
Si dividimos la economía costarricense en solo dos sectores iguales: el de bienes no comerciables internacionalmente (no transables) y el de bienes comerciables mundialmente (bienes transables) entonces, en el corto/mediano plazo, si los sueldos por debajo de su mínimo afectan solo el sector de productos no transables (servicios bancarios, domésticos, seguridad, salón-de-belleza, públicos, transporte, etc.), esto podría indicar problemas estructurales en su mercado laboral, en particular, o en todo el sector, en general. Análogamente, la situación es indistintamente preocupante si en esta economía solo se afecta el sector de bienes transables.
Malestar en mercado laboral. Los salarios por debajo del mínimo revelarían, por otra parte, que algún malestar particular aqueja a todo mercado laboral de Costa Rica durante el ciclo económico o en el largo plazo. Entre estos podríamos tener los siguientes: primero, la oferta y la demanda, tal como las conocemos en su forma tradicional, como sugieren los ganadores del Premio Nobel de Economía de 2010, no funcionan para explicar por qué muchos trabajadores están desempleados o ganan menos que el salario mínimo.
En este mismo sentido, también, quizás la demanda de trabajo del país está tan deprimida que los oferentes de trabajo están dispuestos a no estar desempleados laborando por un sueldo menor al mínimo. Segundo, resultado del cambio tecnológico, habría una o más generaciones de trabajadores costarricenses que fueron preparados para laborar en una economía principalmente agrícola, pero dados los cambios arriba mencionados, no han sido entrenados para adaptarse a la demanda laboral en una economía tecnológicamente más sofisticada, la cual requiere más capital humano.
No obstante, entonces, los datos indicarían que debería, al menos, haber un sector en la economía con salarios muy por encima del mínimo, donde, además, la demanda de trabajo supera con creces a la oferta o existe un mecanismo que aclara el mercado laboral según alguna de las sugerencias de los economistas Premio Nobel de 2010. Tercero, existen profundas distorsiones en términos de poder de mercado del lado de la demanda de trabajo o del lado de la oferta de productos.
Asimismo, es posible que los salarios por debajo del mínimo reflejen un período de creación y destrucción de empresas de nuestra economía. Es decir, un conjunto de cambios de política económica e innovación tecnológica habrían provocado que a ciertos sectores (o empresas dentro de estos sectores) cada día les sea menos factible adaptarse a las exigencias de calidad, precio y variedad que demandan el mercado nacional e internacional, en razón de lo cual, para “sobrevivir” optan por pagar salarios inferiores al mínimo en el corto/mediano plazo. Esta explicación, no obstante, debe contrastarse con la implementación de los programas de ajuste estructural de los años 1980 y 1990, los cuales incluían un conjunto de “incentivos” para que las empresas se “adaptaran”, “exitosamente”, al “nuevo entorno competitivo”.
Finalmente, las autoridades correspondientes harían bien en estudiar los efectos de este síntoma sobre la salud económica y social de la nación durante el ciclo económico.