Al menos 7.500 personas fallecieron durante el terremoto en Nepal, de magnitud 7,9, que golpeó el centro del país el 25 de abril. Según cifras del Gobierno nepalí, las víctimas mortales podrían llegar a 10.000; sin embargo, algunos cálculos basados en modelos de riesgo arrojan pronósticos de 25.000 o más.
La cantidad definitiva solo se sabrá cuando las autoridades tengan información de los poblados de difícil acceso cerca del epicentro, en Gorkha.
Costa Rica, por sus características geológicas y sociales, además de la vulnerabilidad de su stock estructural y la exposición de su población, parece tener un riesgo sísmico menor al de Nepal. No por eso se deben ignorar algunas lecciones preliminares que nos deja esta catástrofe en el país del monte Everest.
La vulnerabilidad de las estructuras en Costa Rica parece ser menor a la de las nepalíes, debido al gran esfuerzo desinteresado de profesionales en ingeniería estructural y sísmica que lucharon por la creación y aplicación del Código Sísmico de Costa Rica como ley de la República.
Nepal también cuenta con un reglamento sísmico moderno desarrollado por excelentes profesionales, pero según me han comentado ingenieros nepalíes, el país ha fallado en la aplicación de las normas. Muchas estructuras, especialmente fuera de la capital, Katmandú, se construyen sin un diseño hecho por profesionales.
Nepal cuenta con una mayor cantidad de estructuras históricas, algunas del periodo medieval y estas suelen ser muy vulnerables si no se refuerzan apropiadamente.
En Costa Rica, las municipalidades ejercen mejores controles sobre las construcciones ilegales, lo que evita que se construyan edificaciones sin permisos. Sin embargo, debemos estar alerta y no bajar la guardia sobre este asunto. Controlar la aplicación de las normas constructivas es tan importante como la existencia de la norma misma.
Hemos sido testigos de muchos casos reportados por la prensa donde el concreto de las estructuras no cumple con la calidad mínima (según estudios realizados principalmente en Guanacaste). También se encuentran edificaciones que no han sido diseñadas por un profesional responsable, o este simplemente firmó el plano y dejó el proyecto en manos del maestro de obras.
Precaución ciudadana. La primera lección precautoria es no olvidar que, como ciudadanos, debe exigirse al ingeniero responsable de una nueva edificación que inspeccione y dé seguimiento a la obra, que entregue los planos y que explique las características estructurales de la casa o edificio. Si no es capaz de hacerlo, será mejor considerar cambiar de profesional.
De igual manera, si se piensa comprar un apartamento ya terminado en un edificio, se debe exigir al vendedor que entregue los planos estructurales, así como la memoria de cálculo estructural. Siempre es importante preguntar quién es el diseñador estructural y averiguar los atestados profesionales de este.
De este aspecto se deriva la importancia de adoptar y desarrollar una cultura de inversión en el refuerzo de estructuras con deficiencias.
El terremoto de Nepal no fue una sorpresa, así como no lo sería un terremoto de magnitud 6,5 en la falla de Aguascalientes en Cartago. Por eso, resulta desconsolador que, no obstante conocer el potencial destructivo y haber invertido gran cantidad de recursos y personal en investigar, Nepal no fuera capaz de evitar el desastre.
La segunda lección por aprender es que debe conocerse la vulnerabilidad de la casa o el edificio en que se vive. Si tenemos alguna duda al respecto, es mejor actuar ahora. El Gobierno debe ayudar en esta tarea con fondos para el reforzamiento de estructuras en posible riesgo.
De nuevo, la vulnerabilidad de las construcciones en Costa Rica (especialmente de las nuevas) es bastante menor que las de Nepal. Aun así, conviene solicitar la información al ingeniero estructural responsable del diseño y tener certeza de ello.
Planificación. La tercera lección es la de contar con modelos de riesgo que puedan calcular, en tiempo real, las consecuencias estructurales y humanas de terremotos específicos.
Varias instituciones en nuestro país han realizado grandes esfuerzos en esta dirección (LIS-UCR, el Ovsicori, la RSN, la CNE), pero es importante que el Gobierno, por medio de la Comisión Nacional de Emergencias, cuente con un plan de respuesta y tome en cuenta esta información.
Mediante los modelos de riesgo, las tecnologías de información y las computadoras veloces modernas, se puede obtener en solo 20 o 30 minutos la cantidad de heridos y su ubicación por municipalidad –y por lo tanto la eventual necesidad de camas en hospitales– la cifra de personas fallecidas, cuántas casas o estructuras resultaron dañadas y, a la postre, un aproximado de cuántas personas necesitarán refugio, entre otros datos.
Estos números claramente provendrían de modelos, pero contar con esa información en tiempo real sería de gran ayuda para responder a la emergencia.
El Gobierno nepalí ha recibido algunas críticas por su falta de preparación para la emergencia, y la mayoría de los reproches proviene de haber subestimado los efectos catastróficos en el distrito de Gorkha.
Según algunos investigadores sociales de esta materia, cada dólar invertido en mitigación y preparación ahorra hasta ocho dólares durante la respuesta después de la emergencia.
Lo anterior quiere decir que, a largo plazo, como país, pagaremos ocho veces más de lo necesario si no nos preparamos desde ahora.
Aprender en cabeza ajena es muy difícil, pero como país podemos comenzar a prepararnos mejor para el próximo terremoto en suelo nacional, y lograr así contar con ciudades de mayor resiliencia.
Tomar medidas cuestan poco dinero, pero requiere gran planificación.
El autor es doctor en Ingeniería sísmica y Sismología