Ha terminado la temporada regular del Rey Lear , obra que, por cierto, merecía haber sido tomada en cuenta por el jurado que otorga los premios nacionales de teatro: pero no fue posible porque por esos misteriosos e inexplicables errores, a la hora de otorgar los premios, el jurado de Teatro no existía.
Terminó la temporada; pero poco tiempo después, se inició una nueva con solo un cambio en el elenco: ahora, el papel protagónico no es de Oscar Castillo sino de otro magnífico actor, el uruguayo Pepe Vázquez.
Pepe Vázquez es uruguayo, pero no es un desconocido en nuestro ambiente teatral. Durante muchos años, fue el actor principal de la Compañía Nacional de Teatro cuando esta contaba con un elenco estable y un repertorio de obras clásicas, incluyendo casi siempre una de un autor costarricense, lo que trajo una época de oro para la dramaturgia nacional. Se llevaron a cabo giras por todo el país y se creó el teatro al aire libre… ¡qué falta hace hoy día!
Me tocó compartir esta magnífica experiencia en la Junta Directiva de la Compañía, junto con Luis Fernando Gómez, César Valverde, Rodrigo Madrigal, José Trejos, Maud Curling, Flora Marín, Emanuel Jiménez, Alberto Beto Cañas, y los ministros de turno, en especial Guido Sáenz y Aída de Fishman.
Presentamos durante esos años obras de gran valor artístico, y Pepe Vázquez tenía, en casi todas, el papel protagónico. Muchos lo consideraban el mejor actor del teatro costarricense y Beto Cañas dijo, en una ocasión, medio en broma, pero también en serio, que había que pasar una ley para prohibir que este magnífico actor abandonara el país.
Pepe no solo era un gran actor sino que, también, se involucraba en labores administrativas y ayudaba a mantener al elenco unido. Fueron muchas las noches en que, después de una reunión o un ensayo, iba con él, su esposa y otros actores a comer una empanada argentina o chilena acompañada de una copa de vino y de mucha conversación sobre el teatro. La ley que sugirió Beto Cañas no fue ejecutada y un día este magnífico actor abandonó Costa Rica en busca de éxitos teatrales en otros países.
Durante varios años, no supimos nada de él hasta que, en el Festival Internacional de Teatro, regresó a representar un monólogo. Él hacía el papel de Oscar Wilde en sus últimos días, un resumen de su vida, de su tragedia, de su caída, que lo convirtió, en forma injusta, del hombre más popular de Londres, al más odiado y despreciado por todos sus contemporáneos.
Ahora está aquí para que podamos disfrutar, una vez más, de su capacidad histriónica y talento. A los que vieron esta obra en la temporada anterior les recomendamos asistir a esta nueva presentación para disfrutar de una obra de teatro clásica y profunda, y de una actuación extraordinaria.
Naturalmente, muchos tienden a comparar a Óscar Castillo con Pepe Vázquez para descubrir cuál es mejor, pero no me parece que esto sea justo ni correcto. Uno no es mejor que el otro: son dos grandes actores que nos brindan una extraordinaria representación de un clásico que no envejece nunca.