“Este año Fonabe no nos puede fallar”, advirtió la presidenta Laura Chinchilla en la inauguración del curso lectivo del 2013. La declaración no fue antojadiza; se hizo con base en un antecedente de recurrentes retrasos en pagos, reclamos de usuarios y llamadas de atención de la Contraloría y de la Defensoría. No obstante, el sistema falló un par de meses después. Hacer visible ese contexto motivó la publicación de mi reportaje “Maraña de trámites entraba becas para alumnos pobres”, el 2 de julio.
Es comprensible el deseo de doña Anabelle Castillo, presidenta de la Junta Directiva del Fondo Nacional de Becas (Fonabe) entre el 2006 y el 2010, de querer resguardar su imagen.
Sin embargo, es incorrecto que el reportaje en mención tenga información falsa, como me lo atribuye en su artículo de opinión, del pasado 17 de julio.
Todos los hechos aludidos están documentados y se pueden ver en el archivo de La Nación .
Aclaro que el reportaje no constituyó, de ninguna forma, un ataque personal contra la señora Castillo. Más bien, lo que pretendía era resaltar un sistema que continúa fallando.
En efecto, se han hecho correcciones, algunas efectivas y otras no tanto, pero persisten los reclamos.
Las causas han sido variadas: debilidades en la gestión, problemas de coordinación interinstitucional, retrasos en trámites, etc. Sin embargo, desembocan en lo mismo: fondos públicos que no llegan a tiempo a los estudiantes de escasos recursos que dependen de estas ayudas.
Los hechos hablan.