Al final de su emotivo discurso, el día de las elecciones, don Johnny Araya hizo una lista abstracta de los errores que había cometido el Partido Liberación Nacional y ciertas medidas imprecisas que eran indispensables tomar para recuperar la confianza de Costa Rica. Entonces, acariciando el pecho, anunció que ponía su destino “en las manos de Dios”, para la segunda ronda electoral.
Ante esa actitud, y como creyente, trataré de hacer algunas reflexiones tomando ese compromiso en serio, no solo a manera de retórica impresionista.
Para ese efecto, convendría tomar en cuenta la famosa parábola de Jesús sobre la relación entre el pasado y el futuro o entre cosas nuevas y cosas viejas:
“Nadie remienda un vestido viejo con tela nueva porque la tela nueva tiraría del vestido viejo, aumentando la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el odre se reventaría, desparramando el vino. De modo que el vino nuevo se echa en odres nuevos; así se conservarán el vino y el odre”.
Destino. Como ilustración práctica de ese principio en cuestiones de política, hay dos ejemplos:
– Cuando sus enemigos fariseos trataron de colocarle una trampa, poniéndolo a escoger entre Dios y César, Jesús respondió, con gran sagacidad:
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
– Cuando dos de sus más cercanos colabores, Santiago y Juan – hijos de Zebedeo– lo sometieron a tentación, pidiéndole el honor de sentarlos a su izquierda y derecha en la gloria, esta fue su respuesta: “Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?... El sentarse a mi izquierda o a mi derecha no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado por otros”.
Al invocar a Dios en su coyuntura, le pregunto a don Johnny si está tomando en cuenta todos esos principios, criterios generales y específicos.
En buena hora reconozca que su destino está en manos de Dios. Sin embargo, su responsabilidad va mucho más allá:
¿Asociará su destino con “el statu quo”, “el sistema vigente”, “la distribución actual de la riqueza y el poder”; es decir, cosas del César?
O ¿lo colocará en servicio del “bien común”, “la justicia” y “la unidad de todos”, es decir, cosas de Dios?
¿Estará dispuesto a identificar con nombres y apellidos cuáles son los principales enemigos de ese proyecto y combatirlos de frente? O ¿continuará el “palanganeo” tico tradicional?
¿Se someterá a las ambiciones e intereses de sus amigos? O, por el contrario, ¿organizará la participación de las grandes mayorías en el poder?
En síntesis: ¿ Quo vadis ?