Como en otras ocasiones, me he deleitado leyendo un artículo de Fernando Araya en esta página, que nos ubica en el ambiente intelectual de Costa Rica antes de la “famosa” crisis de los 80. Me parece utilísimo e importante que se entienda mucho de lo que pasa hoy, como un proceso continuo en la construcción del país, y algunos de sus antecedentes en la “esfera del pensamiento”, y no solo en sus componentes infraestructurales.
Coincido en el repaso y selección que hace don Fernando, sobre todo considerando las limitaciones de espacio y las posibilidades en un artículo de opinión periodístico.
Discusión pluralista. “La Costa Rica del año 2000” fue efectivamente un evento que marcó al país en aquellos años. Fue un amplio ejercicio de discusión pluralista sobre la realidad y las perspectivas del país, tal como eran entendidas por los principales representantes de corrientes políticas y algunos académicos e intelectuales con visiones distintivas, pero no necesariamente ligados a la lucha política cotidiana. Me atrevo a decir que, si no el primero, fue el más importante ejercicio de discusión y confrontación sobre el desarrollo del país realizado fuera de las aulas universitarias. Don Óscar Arias, a la sazón ministro de Planificación en el gobierno de don Daniel Oduber, fue el artífice y gestor, con su equipo humano, de esta muy feliz actividad.
Quiero agregar una cita breve de otro “actor” en aquel evento. Lo recuerdo con bastante claridad y creo que hoy resulta un tanto intrigante, dado lo que habría de ocurrir pocos años después. Me refiero a las primeras palabras de la intervención del Dr. Carlos Manuel Castillo (y cito de memoria): “En un día claro es posible otear el horizonte más lejano…”. Lo que pasó a los pocos años será motivo de controversia, y ojalá de debate serio y profundo, todavía por mucho tiempo. Lo cierto es que, a partir de 1980, y a lo largo de varios lustros, el día dejó de ser tan claro…
Araya resume bastante bien, a partir de las presentaciones en ese simposio, las principales opciones para el desarrollo nacional que se esbozaban en aquellos días. Tengo, no obstante, algunas observaciones críticas, aunque no esenciales, al resumen que Araya nos presenta.
En cambio, sí difiero del articulista cuando afirma que “… los conflictos principales dentro del PLN, que en la década de los ochenta encarna la tercera vía, estuvieron relacionados con el distinto enfoque de la política exterior, de las relaciones con EE. UU. y de la pacificación de Centroamérica…”.
Diferencias. Esto no es correcto. Aunque esas diferencias se dieron, sobre todo dentro del gabinete de don Luis Alberto Monge, desde el punto de vista de su impacto en el nuevo “modelo” económico, la diferencia fue entre aquellos que querían preservar, sin cambios sustanciales, el modelo económico anterior a la crisis (sustitución de importaciones y economía protegida del exterior, fuerte inversión del Estado en empresas públicas y otros elementos) y quienes propugnaban un “modelo neoexportador”, es decir, dinamizado principalmente por las entonces llamadas “exportaciones no tradicionales”.
La controversia, analizada con la ventaja que da el tiempo, no fue en cuanto a los objetivos, sino en cuanto a los medios o instrumentos a aplicar. Porque promover el nuevo dinamismo implicaba, por una parte, atraer inversión externa y establecer incentivos que hicieran más rentables las nuevas exportaciones respecto a la producción para el mercado interno. De este modo se buscaba también enviar claras señales para la asignación de los recursos del sector privado y para la priorización de los recursos públicos dirigidos a apoyar la actividad económica. Esto no determinaba la asignación de recursos para el sector social, más allá de los recortes generales que se hicieron como parte del esfuerzo por reducir drásticamente el déficit fiscal y, con ello y otras medidas, la inflación. La política cambiaria también cambió radicalmente.
Esta controversia la caractericé ya entonces (1984), en estas páginas, como la pugna entre tres corrientes en el seno del Partido Liberación Nacional (PLN): “la socialdemocracia (SD) estática, el liberacionismo liberalizante y la SD remozada” (que Araya llama “tercera vía”, a similitud de lo que más tarde se plantearía en el Reino Unido (RU) por Giddens y que Blair adoptaría para derrotar casi 20 años de gobiernos “tories” y llevar adelante un gobierno laborista bastante exitoso). Así, pues, lo que en 1984 llamé SD remozada, antecede a las adaptaciones en el seno de los partidos socialdemócratas en varios países. Claro que aquí se ejecutó primero y, luego, tratamos de sistematizarlo y lo contrario ocurrió en esos otros países: el Reino Unido paradigmáticamente, pero, más tarde, en España y Francia, entre otros.
Controversia vigente. Retomo el tema e insisto en el punto y la clasificación, pues, si bien no hay una única forma de denominar los fenómenos sociales, creo que la explicación que he planteado sustenta bien cuál fue la verdadera controversia de aquellos años, y que aún se mantiene y sigue siendo actual, especialmente porque el “centro-izquierda” siempre debe actualizarse, pues representa la propuesta política que mejor incluye y equilibra los intereses de los distintos sectores sociales. Por lo tanto, al encontrarnos ante un cambio de cierto calado, se requiere una nueva designación.
Inicié la estructuración del concepto de SD remozada a partir de la observación de la realidad socioeconómica nacional en aquellos días, y de la pugna interna que se daba en el PLN por los cambios que se empezaban a introducir. Ya en 1982, en el contexto de un seminario académico organizado por la Escuela de Sociología de la Universidad de Costa Rica sobre la grave crisis socioeconómica que vivía el país, mi contribución giró (en medio de una fuerte controversia) en torno a la idea de que se trataba, sobre todo, de una “crisis de opciones”. Es decir, que el país no tenía claro cómo salir de la crisis y establecer una nueva dinámica de crecimiento económico (“sostenible”, aunque el término no se usaba aún) para poder recuperar el bienestar alcanzado antes de la crisis y seguir progresando. Esa contribución la recogió, junto a las de los demás participantes, el Dr. Jorge Rovira, en un libro que editó con el material de ese seminario, y que fue publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
En agosto de 1983 comencé a trabajar como asesor en el nuevo Ministerio de Exportaciones que don Luis Alberto Monge creó, primero, a cargo del Dr. Mario Carvajal y, luego, del Ing. Jorge Manuel Dengo, y tuve vivencia directa de los cambios promovidos y la resistencia que generaban.
Pero, con el tiempo, empezó a valorarse la contribución del nuevo modelo y esa resistencia amainaba, sin desaparecer. El Dr. Óscar Arias en su primer gobierno y, también, los Gobiernos posteriores profundizaron el modelo, aunque, en 1993, la propuesta del Programa de Ajuste Estructural (PAE) III enfatizó más la privatización.
La experiencia profesional vivida me hizo reflexionar sobre lo que ocurría y, gracias a la invitación a escribir en la Página Quince de este diario, sistematicé los hechos y mis reflexiones al respecto, tal como señalé. Y lo hice, en gran medida, motivado por el hecho de que sus detractores minimizan sus beneficios, olvidando los enormes costos de otras opciones.
Nuevos hechos en nuestro país, y globalmente, me han brindado material y elementos para seguir dándole contenido a la visión de SD remozada. Claro que esta tarea ha de ser colectiva, más que individual. De hecho, su contenido “está ahí” y lo que se requiere ahora, principalmente, es desarrollar los conceptos y la racionalidad básica que la constituyen.
Termino indicando que es efectivamente cierto, por tanto, lo señalado por Fernando Araya respecto a que, en Costa Rica, generamos una “tercera vía” dentro de la socialdemocracia, exitosa y anterior a lo que luego se planteó en el Reino Unido, EE. UU. (New Democrats) y otros países europeos. Aunque su origen tiene que ver más con el cambio de modelo socioeconómico que con “el distinto enfoque sobre la política exterior, relaciones con EE. UU.”, etcétera, como escribe Araya, debemos agradecerle que, de un modo objetivo y bien contextualizado, haya traído el tema a la arena pública.