En la pasada Copa Mundial pudimos ver un desempeño bastante disímil de las selecciones brasileña y costarricense. El fútbol brasileño ha decaído y, lo que es más alarmante, no es lo único que está en recesión en dicho país. Costa Rica, por su parte, jugó el rol de la muerte, mas en términos económicos pareciera ser que la parca ha llegado a tocarle la puerta. Si la pasada Copa nos pinta dos escenarios completamente diferentes en el aspecto del futebol , Moody’s nos informa que, en lo económico, Brasil y Costa Rica se parecen mucho mas de lo que nos gustaría.
El pasado 9 de setiembre, Moody’s habló del pronunciado y prolongado deterioro de la sétima economía mundial (en términos del PIB). En lo que ha de haber sido un balde de agua fría para la presidenta Dilma Rousseff y sus chances de reelección, Moody’s detalla porqué la baja en la nota de inversión de Brasil: en el 2010 el país tenía una perspectiva “estable” y disfrutó de un crecimiento del 7,5%; este año crecerá menos del 1% y cuenta ahora con calificación “negativa”—Baa2, la segunda más baja en la escala de la calificadora de riesgos—. En otras palabras, el país que invirtió por lo menos $11.000 millones en el Mundial, es ahora una economía con poco crecimiento y, lo que es quizás más preocupante, cuenta con pobres pronósticos a corto plazo.
Para añadirle leña al fuego, Moody’s subraya que las flaquezas en la economía brasileña son el resultado de factores idiosincráticos. Peor aún, como lo menciona Ian Vásquez, del Cato Institute, en una columna en El Comercio de Perú, no es inusual que en el continente haya quienes vean con buenos ojos el modelo brasileño. Nuestro presidente, Luis Guillermo Solís, pareciera ser uno de ellos. Ricardo Stuckert, del Instituto Lula en São Paulo, indicó que Solís mostró admiración por la experiencia brasileira cuando se reunió recientemente con el expresidente Luiz Inacio “Lula” da Silva. Según Stuckert, entre las políticas que le gustaría aprender del modelo brasileño, Solís habló del tema del combate a la corrupción, lo cual resulta incomprensible, ya que, en el Indice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, Brasil se ubica en el puesto 72, mientras que Costa Rica se encuentra en el 49. Los costarricenses nos preguntamos, teniendo en cuenta tanto las últimas estadísticas del desempeño económico como los indicadores de corrupción, ¿qué tan deseable es replicar el modelo brasileño? ¿No reflejan los últimos datos a un Brasil que es un “coloso con pies de barro”?
Más gasto público. El Partido de los Trabajadores tomó las riendas del poder en Brasil en el 2002. Al principio de su administración, “Lula” da Silva continuó las políticas de austeridad de su predecesor Fernando Henrique Cardoso, a pesar de las críticas de algunos sectores la población y elementos más izquierdistas de su Gobierno. Por ejemplo, su ministro de Finanzas, Antonio Palocci, propuso aumentar el superávit presupuestario a un 4,75% del PIB, en lugar del original 3,75%. Pero este rigor económico pronto llegaría a su fin. Como lo detallara The Economist cuando analizó el legado de “Lula”, a partir del 2008 hubo un incremento significativo en el gasto público, y el rol del Estado en la economía aumentó de igual manera. Hoy, el gasto público de Brasil alcanza casi un 40% del PIB y la proyección presupuestaria del 2014 más bien apunta a un déficit fiscal de 3,8% del PIB.
El 17 de septiembre, La Nación informó de la decisión de Moody’s de degradar la calificación de riesgo de Costa Rica por su “ineptitud para bajar el déficit fiscal”. Hoy, tenemos en la Asamblea Legislativa la propuesta del Presupuesto de la República del presidente Solís que aumentaría el déficit fiscal para el 2015 a un 6,7% del PIB. No es sorpresa, en este sentido, el proceder de la agencia calificadora: un déficit fiscal de tal magnitud tendría un efecto altamente negativo en una economía del tamaño de la nuestra. Costa Rica cuenta ahora con un grado de inversión Baa3, un escalafón menos que el brasileño. Además, ambos países tienen climas hostiles para hacer negocios, con Costa Rica y Brasil respectivamente en los puestos 102 y 116 en el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial.
La pregunta es: ¿qué encuentra Luis Guillermo Solís tan admirable del modelo brasileño?
María Fernanda Pérez Argüello, estudiante de la maestría de Estudios Latinoamericanos en Georgetown University.