Jerarcas de nueve partidos políticos representados en la Asamblea Legislativa se reunieron con el fin de acordar una agenda política que todos impulsarían, independientemente del resultado de las próximas elecciones e incluso con posibilidad de aprobarlos durante este período legislativo.
Leí esto en La Nación y no me resultó fácil creerlo. Ottón Solís es el iniciador de este proceso y merece reconocimiento por ello. Por supuesto, este es solo el primer paso de lo que podría llegar a ser una buena noticia y un logro eficaz. Pero es bastante por ahora.
En su primer encuentro, nombraron dos facilitadores, personas de experiencia académica y desligados de militancia partidaria. También esto es bueno para este propósito. Eduardo Ulibarri ya ha hecho algunas observaciones muy importantes, que comparto. Ojalá los comunicadores en general (y los “opinólogos” –en palabras de alguien–) también contribuyan a este importante y difícil proceso.
Áreas claves. Creo muy importante mostrar resultados, de modo que pueda construirse sobre ellos. Por esto mismo deben identificarse, ojalá, no más de tres áreas fundamentales y sobre las que haya bastante consenso inicial, tanto en la sociedad en general como entre los partidos, por ejemplo, en proyectos de infraestructura pública.
Pretender, como han opinado algunas personas, incluir “todo lo importante” puede ser perjudicial (el que mucho abarca…”). Si se logran avances reales, siempre se podrá incluir luego otros temas o áreas.
Sugiero (sujeto a ese consenso inicial, para ser consecuente) incluir algo que mencioné en otro artículo, “reformas que generan reformas”. Y como esto último puede tener que ver con procedimientos legislativos (reglamento de la Asamblea), insisto en que no se trata de eliminar completamente el derecho al control político y a la oposición ante un tema “grueso”, pero sí de ofrecerle al Poder Ejecutivo de turno llevar adelante su programa en lo esencial.
Sin duda este proceso requiere altura de miras, patriotismo y claridad de que habrá quienes en la sociedad intenten sabotear; pero ello no ha de ser óbice. Deben resistirse presiones particularistas, directas o de “lobistas”.
Bien de la mayoría. Al efecto, traigo a colación la abolición del régimen especial de jubilación de los diputados que en 1995 aprobamos los legisladores de entonces, afectando nuestros propios intereses, en aras del mayor bien de la sociedad.
La mayoría de los costarricenses aún ignoran esto porque el derecho continuó para los ya jubilados así y por mal uso de la condición de diputado que un par de gemelos hicieron hace algunos años para mejorar su pensión en otro régimen. También varias leyes muy importantes aprobadas en “el interregno” entre febrero y mayo de 1998.
Los pasos dados han sido certeros y auspiciosos. Muchos nos mantendremos atentos para colaborar si fuese necesario y posible.
Deseamos a los actores mucho éxito, a la vez que reconocemos a todos los partidos su buena disposición inicial. Ojalá recordemos todos que el tiempo apremia. Fijémonos en lo esencial y no en lo “accesorio”, pero acuerden cosas concretas, realizables, de impacto.
La palabra castellana “ojalá” (del árabe) alude a una petición a Dios; pero sepamos que es imperativo aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Que las dudas no maten la esperanza. Que el veneno de algunas plumas no sea mortífero. Que el bien de las generaciones actuales y las futuras prevalezca sobre las pequeñeces a las que muchos ticos se han acostumbrado, encerrado en “las verdades” de su pequeño grupo de fiestas o de prejuicios.
Esperamos buenos resultados con ansias, pero sin ansiedad.
El autor es economista.