En la Declaración del Milenio, firmada en setiembre del año 2000, por los líderes del mundo, estos se comprometieron a luchar contra la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación de la mujer.
En dicha declaración, fijaron ocho Objetivos del Milenio (ODM) y establecieron como plazo para alcanzarlos el año 2015.
Estos líderes identificaron una serie de indicadores para seguir los progresos realizados, muchos de ellos directamente relacionados con la salud.
Los ODM son ocho, y el número 4 específicamente dice que se debe reducir la mortalidad infantil en niños menores de 5 años de edad, en dos terceras partes, comparando las cifras de 1990 con las que se procuran lograr en el año 2015.
Perdimos el norte. A 5 años de valorar los esfuerzos que los 191 miembros de las Naciones Unidas convinieron en tratar de alcanzar, existe un sentimiento de que en algunos aspectos hemos perdido el norte y que es imprescindible trabajar arduamente para poder conquistar esta meta.
Afirmo que hemos perdido el norte porque si seguimos como hasta ahora, sin mayores cambios en prevención y atención médica, la mortalidad infantil para el año 2015, en los 68 países prioritarios, que son los que más problemas de salud tienen, la mortalidad infantil promedio va a ser de 85 fallecidos por mil nacidos vivos cuando, de acuerdo con la ODM 4, para el 2015 la mortalidad infantil debería ser de 38 fallecidos por cada mil nacidos vivos.
Cada año muere un total de 8,8 millones de niños menores de 5 años de edad y de estos, el 40% fallecen durante las primeras cuatro semanas de vida. Los países que sufren esta monumental mortalidad infantil son 68 y la mayoría está localizada en África, Asia y América Latina.
De estos 68 países, 19 han hecho grandes esfuerzos y a la fecha van bien encaminados a cumplir la meta. Sin embargo, 53 países sufren grandes carencias de médicos, enfermeras y una deficiente estructura sanitaria.
El 90% de las muertes en estos niños se debe a 6 padecimientos: problemas perinatales, neumonía, diarrea, paludismo, sarampión y sida, siendo la neumonía y la diarrea las causas más importantes de mortalidad en los niños fuera de la etapa neonatal y dos enfermedades contra las cuales existen en este momento vacunas que han demostrado ser efectivas y seguras en la prevención de estas dos enfermedades.
De 1960 a 1990, los países en vías del desarrollo lograron reducir la mortalidad en niños menores de 5 años de edad en un 50%, lo que en números crudos significa que durante ese período había una defunción por cada 10 niños menores de 5 años de edad.
Ahora en este nuevo siglo, estos números deben bajar sustancialmente pues es inaceptable que con los avances tecnológicos que hemos experimentado en los últimos años, el mundo siga teniendo una cantidad tan grande de fallecimientos en esta población infantil.
Acciones claras. Las organizaciones que están trabajando en lograr llegar a la meta del milenio han establecido acciones muy claras, mediante las cuales se puede lograr la meta: atención de la madre y el recién nacido, alimentación adecuada a los lactantes y a los niños, la incorporación de nuevas vacunas, la prevención y el tratamiento oportuno de enfermedades como la neumonía, la diarrea y las infecciones de la sangre, la lucha frontal contra el paludismo y la prevención y tratamiento adecuado contra el sida.
Costa Rica, por supuesto, no está en la lista de esos 68 países prioritarios gracias a los bajos índices de mortalidad infantil y expectativa de vida de que el país goza; una expectativa de vida similar a la de los Estados Unidos, únicamente superada en América por Canadá, con una infraestructura en salud muy superior a la de esos 68 países prioritarios.
Sin embargo, es importante que Costa Rica continúe con un sistema de salud inclusivo, en donde todos sus ciudadanos tengan acceso a los servicios de salud, se trabaje arduamente en la prevención de embarazos en adolescentes y en el adecuado manejo de los embarazos y los partos, en asegurar una adecuada alimentación a los niños menores de 5 años de edad, se continúe con los programas de prevención del sida, dentro de los que se incluyen políticas adecuadas de educación sexual y el uso del condón y se siga consolidando aún más el esquema público de vacunación.
Solo mediante estos instrumentos de salud pública y un adecuado abordaje de los problemas perinatales que estamos experimentando en los hospitales de nuestro país, es como vamos a poder reducir nuestra mortalidad infantil de 8,4/1.000 nacidos vivos a cifras como las que reportan países como Finlandia (2,61/1.000), Noruega (3,1/1.000) o Suecia (2,75/1.000).