A partir de la llegada del primer “bebé probeta” hace ya más de tres décadas (34 años), y como producto de los esfuerzos desde Inglaterra de P. Steptoe (obstetra) y R. Edwards (fisiólogo), la Fecundación invitro (FIV) ha experimentado progresos sustanciales. Se estima que en todo el mundo hay más de 4 millones de seres humanos concebidos utilizando esa técnica.
Con el correr de los años, se han ido afinando las indicaciones, se ha precisado cuándo la causa de esterilidad es femenina, masculina o combinada y las tasas de embarazo tras FIV, que en sus inicios era entre el 15 y 20% se sitúan ya en torno al 35-40% de los intentos.
Las pacientes menores de 35 años logran la gestación en un porcentaje mayor, cuando se comparan con las mayores de 40 años. Por otra parte, se ha logrado controlar y moderar el número de embriones transferidos al útero, lo que ha redundado en un aumento de la tasa de partos con un solo feto y en una disminución considerable de partos múltiples, reduciéndose riesgos.
Se han perfeccionado las técnicas para seleccionar los espermatozoides con mayor capacidad de fecundar y afinado la recuperación de óvulos de folículos maduros mediante punción bajo control ecográfico. También se han tipificado los embriones con mayor potencial de crecimiento sostenido; ahora es posible seleccionarlos y desechar el resto (se dispone incluso de un novedoso embrioscopio).
El diagnóstico genético preimplantacional, ha sido útil especialmente en enfermedades raras monogénicas. Mediante técnicas de micromanipulación se extrae una célula del embrión y antes de implantarlo, se estudia. Si no hay evidencia de alteración genética, se procede a la transferencia. En procesos monogénicos no todos los descendientes son portadores, los hay normales.
Ya se ha logrado una congelación ultrarrápida del ovocito o de fragmentos de ovario, que impide la formación de cristales de hielo que destruyen parte de la estructura celular, alterando el material genético que contienen; al proceso se le conoce con el calificativo de “vitrificación”. De esa manera pueden guardarse ovocitos vitrificados para ser utilizados más adelante (postratamiento quimio- o radioterápico de un cáncer, o vinculado a la decisión de tener descendencia más adelante) al igual que fragmentos de ovario vitrificado para reimplantarse más adelante en el ovario de la propia paciente y seguir la vía de una gestación uterina natural.
Tengo la esperanza de que estos avances tecnológicos induzcan a replantearse los beneficios que puede aportar esta técnica y propiciar un acuerdo sobre Reproducción Asistida en Costa Rica. Es un tema relevante para un sector de la población que merece ser tratado y para algunos, no tener que viajar al exterior para resolver su padecimiento.
Estoy en condiciones de facilitar el intercambio entre los responsables de este tema en Costa Rica y los directivos de un centro pionero en España, el Instituto Dexeus de Barcelona. Existe allí un grupo multidisciplinario con dilatada experiencia en la materia y podría iniciarse un intercambio fructífero.