Las impulsivas y exageradas reacciones que tuvieron muchas féminas, entre ellas la presidenta del Inamu, a las palabras del cardenal mexicano Francisco Robles Ortega, nos obliga a meditar acerca de la forma en que nos percibimos hoy día las mujeres, lo que queremos ser, lo que queremos proyectar y especialmente nuestra función en la vida.
Este análisis resulta imperativo y oportuno, pues parece que existe una radical incongruencia entre la forma en que hoy las mujeres nos concebimos y la imagen sublime, cálida y maternal que inspiró al legislador para proveernos de diversas instituciones que nos amparan y de un robusto marco normativo que nos protege.
Dentro de esta dialéctica, me pregunto: ¿tendrá algún sentido la existencia de leyes como la 5811 cuyo numeral 1.° reza: “Todo tipo de propaganda comercial que ofenda la dignidad, el pudor de la familia y en la que se utilice la imagen de la mujer impúdicamente, para promover las ventas, será controlada y regulada con criterio restrictivo por el Ministerio de Gobernación”.
Si las mujeres, representadas por la señora Clarke, no creen en el recato y en el pudor que supuestamente nos caracteriza, entonces ¿qué sentido tiene la existencia de normas como la invocada?
Pareciera que se perdió de vista la verdadera meta de igualdad de derechos que persiguieron nuestras ilustres antecesoras y lo que hoy se da es una desenfrenada e ilógica lucha por ser cada día más parecidas al varón. Ahora es inaceptable que nos enfaticen nuestro don divino de la maternidad, nuestra calidez, nuestra delicadeza. Tales calificativos resultan machistas y casi insultantes. Lo que sí es tremendamente halagador es que se nos endilguen características muy propias del género masculino. Entonces me pregunto, siendo tan especiales como verdaderamente somos: ¿por qué queremos perder nuestra esencia de femineidad? ¿Qué ganamos con ser cada día más parecidas a los hombres? O peor aún' ¿por qué, si tenemos los mismos derechos, permitimos que utilicen nuestra imagen para promocionar desde llantas y tornillos hasta carros y hamburguesas? Ciertamente, no todas las manifestaciones del cardenal fueron atinadas, pues aspectos como la forma de vestir resultan intrascendentes, pero es justo reconocer que abordó aspectos de gran profundidad, que merecen reflexión pues el rol que cumplen dentro de la familia, tanto el hombre como la mujer, determina el tipo de sociedad que vamos tenemos y los problemas que enfrentamos. Debemos exigir iguales derechos y oportunidades que los hombres, pero manteniendo la sustancial diferencia de género.