Desde pequeñita se ha dedicado con muchísimo esfuerzo, muchísima inteligencia, disciplina y, más que todo, pasión a los deportes ecuestres. Como con todo en la vida, ha tenido altos y bajos, algunos altos muy altos y algunos bajos muy bajos. Campeonatos ganados, metidas de pata terribles, caballos llevados a estar en excelente forma y caballos lesionados, planes de trabajo exitosos y algunas estrategias y tácticas fracasadas.
Pero con mucho amor, con mucha garra siempre ha luchado con el alma por ser cada vez mejor: mejor jinete, mejor empresaria de los deportes ecuestres, mejor dueña y cuidadora de sus caballos, mejor profesora de equitación, mejor deportista.
Con el apoyo invaluable de nuestros papás, José Antonio Muñoz y Gilda Ortiz Vaglio, Leonor ha ido a entrenar a los mejores lugares, donde ha tenido que trabajar “de peón” para ganarse la posibilidad de entrenar bajo la guía de grandes profesores y foguearse al lado de grandes atletas de muchos lugares del mundo. Cuando digo “trabajar de peón” es en serio. Limpiando establos, alistando caballos, jalando baldes, etc. Y eso es solo un poquito de todo lo duro que ha trabajado a lo largo de muchos años para mejorarse, pero es un buen ejemplo de lo que le han costado las cosas.
Y sigo... Leo no tiene fines de semana, pues esos son los días en que atiende más clientes. No tiene tampoco muchas mañanas ni noches libres para el ocio, pues entra a trabajar muy temprano y sale de trabajar muy tarde. No tiene posibilidad de ahorrar plata ni mucho menos de gastarla en lujos y tonteras, porque con lo que se gana mantiene a sus caballos y compra equipo.
Leo es una mujer moderna en el mejor sentido de la palabra. Y mucho más. Ella sabe ponerse metas y trabajar diligentemente para lograrlas, aguantando con estoicismo los fracasos y luchando con una fuerza interna envidiable para sobrellevar sus dificultades y superar las frustraciones cuando sufre reveses. ¡Y los sufre, pero se levanta cada vez más fuerte!
Hace un tiempo se lesionó la yegua buena de Leo que usaba para salto de obstáculos y fue un golpe durísimo para ella y para todo su equipo de apoyo. Pero Leo no se quedó con los brazos cruzados. Desde ese momento ha dedicado un 100% de energías a la recuperación de su yegua, un 100% de energías a la administración, un 100% de energías al entrenamiento de sus alumnos, un 100% a su propio entrenamiento como deportista en todas las disciplinas ecuestres y un 100% de energías a empezar un nuevo deporte ecuestre en Costa Rica: la prueba completa. Eso suma 500%. Y esa ha sido la cantidad de trabajo que le ha metido Leo a sus proyectos.
Leo se ganó la medalla de plata en los Juegos Centroamericanos 2013 en prueba completa. Se la ganó montando un caballo de sus amigos, la familia Muñiz Murillo, pero un caballo que ella misma compró hace unos años en Argentina como inversión con una platilla que le prestó su papá y le fue pagando a pagos polacos con el sudor de la frente hasta que lo tuvo bien entrenado y lo pudo vender.
A Leo le falta conquistar muchísimos triunfos más. Y, para poder conquistarlos, le tocará sufrir muchas cosas en el camino. Pero el mundo es de los que saben que vale la pena luchar y luchar, aunque a veces la cosa se vea color de hormiga y den ganas de llorar amargamente. Leo, ¡sos lo máximo!