Algunos tienen una ingenua opinión de la vida: jugar con ella como si fuera un juguete infantil. Tal cosa sucede con los “piques” o “picones” en las calles públicas.
No les importa si muere uno de sus participantes o matan a un tercero. Por eso, surgen de inmediato las preguntas: ¿Quién cuida el orden público? ¿Cuál es la dosis de libertad permitida?
De enero a setiembre de este año, habían muerto 119 personas que viajaban en motocicletas, 98 pasajeros de carros y 30 ciclistas.
A las estadísticas deben sumárseles los 269 homicidios ocurridos de enero a junio debido a la lucha territorial entre grupos narco.
El criminólogo Gerardo Castaing sugiere reunir instituciones afines para combatir a estos delincuentes y así disminuir tantos crímenes impunes.
Los narcotraficantes están reviviendo la pena de muerte en Costa Rica, eliminada en el siglo XIX. Los 269 muertos reflejan un flagrante menosprecio a la vida.
Aborto. Otro menosprecio o cosificación de la vida lo constituye el negocio del aborto de niños a los seis meses de gestación para vender sus órganos y tejido.
Esta práctica la estaría ejecutando en Estados Unidos la Dra. Deborah Nucatola, bajo el auspicio de una entidad denominada Planned Parenthood, según videos publicados en Youtube y Facebook, y en una nota del periódico Eco Católico del domingo 23 de agosto de este año, páginas de la 5 a la 9.
Ojalá nunca se implante este crimen en nuestro país, siempre dispuesto a defender la vida. Su contenido es alarmante, ante todo el mostrado en Youtube y Facebook.
Siguiendo igual pauta, la Conferencia de Población, celebrada en China en el 2005, pide a los países que conforman la ONU tener aprobado el aborto para el 2015.
Por su parte, la Federación Internacional de Paternidad Planificada manda en Naciones Unidas todo lo relativo a población y “dirige a diversas clínicas abortivas y contraceptivas, o asiste a hospitales públicos o centros médicos privados en cuestiones antinatalistas” (Jorge Scala: “IPPF: multinacional de la muerte”).
La ONU, creada en 1948, demanda y necesita profundas reformas. Por lo mismo, tampoco está preparada para esa utopía del “gobierno mundial”, fin de todas las soberanías nacionales y de tantas cosas más; ni está autorizada para imponer el antinatalismo demográfico, responsable del envejecimiento de la población mundial.
En comparación con el aborto a los seis meses para la venta de órganos, téngase presente la pregunta del conocido científico Jérome Lejeune, profesor de Genética de la Universidad de París, acerca de una criatura con apenas dos meses de gestación: “Pero a los dos meses, ¿funciona el sistema nervioso? Sí, si se roza el labio superior con un cabello, mueve los brazos, el cuerpo y la cabeza con un movimiento de huida”.
Hoy, lastimosamente, se da un empeño en romper las leyes de la naturaleza y de la dignidad humanas. Al contrario, debemos amar la vida y respetar su normativa antropológica.
En la actualidad se presenta una disyuntiva: o el menosprecio y cosificación de la vida o la defensa de su valor absoluto y trascendente.
Enrique Vargas Soto es abogado.