El sábado pasado me tocó atravesar la ciudad de San José de este a oeste, un recorrido que casi nunca hago, porque normalmente mi destino final es hacia el norte. En buena hora se me ocurrió transitar por la circunvalación que conduce a los llamados barrios del Sur y de ahí a la zona de La Sabana para conectar hacia Escazú y Santa Ana, porque tuve la oportunidad de observar la mejora vial que se está realizando en esa zona: pasos a desnivel, puentes elevados, ramales nuevos.
En fin, una mejor conectividad que, sin duda alguna, a su vez, implica mejora en los tiempos de desplazamientos y, consecuentemente, se reflejará en la productividad y en la calidad de vida de las personas.
Valga, pues, una felicitación para el ministro de Obras Públicas y Transporte (MOPT), para el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) y para todas las instituciones y personas conscientes de la necesidad de realizar mejoras de importancia en la infraestructura vial y, no reducir la acción simplemente al bacheo de las calles, aunque también eso es importante, pero como parte de un plan integral más amplio.
Lástima eso sí, el ancho de la vía. El esfuerzo extraordinario que significa la mejora en la infraestructura vial, para subsanar, como ya sabemos, más de tres décadas de rezago de inversión en esa materia, debería ser más completo. Por supuesto que un plan de esa naturaleza posiblemente implicará expropiaciones de terrenos privados, con la subsecuente inconformidad de las personas afectadas y eventuales demandas en la Sala IV. Empero, el bienestar colectivo tiene que estar por encima del bienestar individual.
Falta señalización. También hace falta una mejora importante en la señalización, pues el tiempo ganado por la nueva vía puede perderse, sin claras indicaciones de hacia dónde dirigirse.
Un estudio realizado por el Centro Internacional de Política Económica (Cinpe) de la Universidad Nacional (UNA), recientemente actualizado, puesto al servicio de las autoridades políticas nacionales para la toma de decisiones pertinentes y aparecido en publicaciones de renombre de circulación mundial, indica que las deseconomías por concepto de las ineficiencias de operación del sistema de transporte, solamente en la Gran Área Metropolitana (GAM), para el 2009, representan el 2,84% del PIB. En forma acumulada, esto es, de 2005 a 2009 alcanzan al 13,56%, correspondiendo el rubro más alto al tiempo perdido en congestión.
Las ciudades que ciertamente han logrado mejoras significativas para aprovechar de mejor manera las economías de aglomeración y evitar que estas se conviertan en deseconomías urbanas, lo han hecho por medio de inversión en infraestructura vial y mejoramiento de los sistemas de transporte colectivo.
Más aún, la mejora sostenida en los sistemas de transporte colectivo, a la larga, termina siendo una medida de inclusión social, porque favorece a quien estudian en busca de un buen futuro, a quienes trabajan para ganar el sustento en forma digna, a las personas más jóvenes que ocupan desplazamientos de distinto tipo en busca de un mejor desarrollo en todos los órdenes de la vida, a las personas que padecen discapacidad y a las personas adultas mayores, con dificultades para la movilización plenamente autónoma.
En fin, ojalá que las autoridades nacionales y municipales, continúen por esa vía de lograr mejoras significativas en la inversión en infraestructura vial y en el reordenamiento en forma eficiente del transporte colectivo.
Arlette Pichardo. Académica del Centro Internacional de Política Económica. Universidad Nacional (UNA)