El editorial de La Nación del 31 de enero del 2014 trata el problema del cáncer de próstata en Costa Rica y el mundo. Eso me hace recordar algunos puntos importantes sobre esta temática y que, en su momento, señalé en otros artículos.
El cáncer es la única enfermedad crónica que se cura. En el año 2003, el 12% de la población mundial murió de algún tipo de cáncer y, para el año 2020, se calcula que el 50% de la población mundial morirá por la misma causa. Con programas de prevención se logra que la tercera parte de los cánceres no aparezca, otra tercera parte se logra curar y la otra sigue la evolución natural de la enfermedad (OMS).
En Costa Rica, el cuidado de los pacientes con cáncer se ha dado dentro del sistema de atención tradicional de las enfermedades. Sin embargo, la lucha contra el cáncer requiere la participación de toda la población y, en particular, de las instituciones que integran los sectores salud y educación en sus diferentes niveles, así como de líderes de la comunidad y representantes de organizaciones e instituciones gubernamentales y no gubernamentales (ONG) interesados en promover el mejoramiento de la salud.
Los esfuerzos deben concentrarse en cada nivel hacia la promoción de estilos de vida saludables que pueden aplicarse a todas las enfermedades crónicas y, prioritariamente, hacia la prevención, la detección temprana y el tratamiento oportuno de los cánceres de mayor relevancia epidemiológica.
Atención integral. Cada nivel de atención debe ser fortalecido para que los encargados se puedan desempeñar adecuadamente en esta lucha, de acuerdo con la complejidad de las labores que ejecutan y de su capacidad para dar respuestas eficientes y de calidad.
Los recursos existentes y los que se asignen deben manejarse según los principios de racionalidad, prioridad y con base en la situación estadística-epidemiológica y de utilización de los servicios en cada nivel.
Para eso, se requiere de un plan nacional del cáncer cuyos objetivos fundamentales serían el impulso de acciones en los campos de la docencia, investigación, prevención y tratamiento del cáncer y el planteamiento de una estrategia que busque detectar y atender las necesidades que enfrenta el país en cuanto a su prevención y atención oportuna.
Además, debe obtenerse asesoría especializada en materia de planeación de proyectos médicos de especialidad oncológica (servicios, infraestructura e instalaciones, equipamiento, recurso humano, componente tecnológico y costos), para la definición de la ubicación y del perfil médico de los programas funcionales, así como establecer políticas definidas para enfrentar las situaciones que se presenten.
Pero en nuestras instituciones, el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), nada de esto existe. En mayo del 2009, incluso, desapareció el proyecto Instituto Costarricense Contra el Cáncer y con ello desaparecieron óptimas oportunidades para que el país enfrentara esa enfermedad en los próximos años.
No pretendo demeritar el trabajo que hace nuestra queridísima Caja, pero lo cierto es que podríamos estar mucho mejor. El gran problema es que, como en muchos otros ejemplos nacionales, las soluciones son técnicas pero las decisiones son políticas.